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Vamos al Cine

Abel y más

GUADALAJARA, JALISCO (16/JUN/2010).- De moda como están Bicentenario y Centenario, es prudente revisar la filmografía en torno a sus actores delante y detrás de cámara. Hidalgo y Morelos prevalecen el catálogo de héroes precursores de justicia. Madero, Zapata, Villa y Carranza cumplen su espacio y albergan el ideal de concluir la dictadura de Porfirio Díaz.

Las anteriores, fueron las lecciones de historia de los años cuarenta -Siglo XX-, donde a toda pantalla se elaboraron héroes y villanos, en un propósito de unir voluntades y fomentar la identidad, un tanto diluidas por los acosos revolucionarios.

Virtudes, más que vicios, dieron cauce a un sentimiento urgente: el Panamericano, amenazado por las potencias bélicas de Europa. Fue el Cine, el medio de comunicación y convencimiento acerca de las lides patrióticas pasadas, fortaleza de nuestra nacionalidad.
Ahora son otros los objetivos y más los motivos de un desconcierto que derrumba algunos mitos y extrae fallas de aquellos seres, esencialmente humanos, como es ley de la vida. En ese escenario, la migración refleja actuales convicciones de manera tácita convertida en motivo de largos y cortos metrajes, donde el tema es recurrente y lacerante.

La televisión ha dado espacio a las producciones con antigüedad mayor a cinco décadas, por las que más de algún desocupado capta esa Etapa de Oro del Cine Mexicano, como se llama pomposamente; donde hay mucho por aprender, ponderar, conmemorar y sobre todo, reflexionar acerca de lo que fue y es nuestra realidad con doscientos años de Independencia -aunque se cumplen hasta el 2021-, y cien de Revolución de la que cabría considerar activos y pasivos.

Curiosamente, el enfrentamiento con esa realidad conmemorativa deja una deuda en el cine, al eludir su responsabilidad social de análisis y proyección de las causas de lo causado.
Dios nos guarde de la discordia.
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