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Una tarde de estampas con el Revolution Fest

El programa del mega concierto incluyó a más de 30 agrupaciones, una maravilla para los melómanos, un reto de proporciones titánicas para los organizadores

GUADALAJARA, JALISCO (17/MARZO/2013).- Sábado por la tarde en Calle 2. Llegó el día marcado en el calendario para el Revolution Fest, en un día donde no terminó por hacer frío o calor, aunque a la larga, será el primero el que prevalezca sobre el segundo. Un show donde abundó la música, la estridencia, la adrenalina, el color, lo hostil y lo bizarro. Un evento donde quedó expuesto lo mejor y lo peor de los conciertos en vivo.

El montaje para el espectáculo fue inmenso. Lo primero que se encontraron los visitantes al llegar al Revolution son tres escenarios. Uno de música electrónica, otro con propuestas independientes y el más grande, dedicado al rock y el ska. El clima se prestó para disfrutar del evento al aire libre, sin preocuparse por la deshidratación o el exceso de calor.

El programa del mega concierto incluyó a más de 30 agrupaciones, una maravilla para los melómanos, pero un reto de proporciones titánicas para los organizadores. Acomodarlas, hacer que salieran a tiempo y que no hubiera errores en el sonido los mantuvo trabajando durante las más de 12 horas que duró el evento. Eran invisibles para la gente, pues lo que verdaderamente resaltaba era lo que sucedía en los diversos escenarios, que comenzaron a vibrar desde el mediodía del sábado.

Y los escenarios del Revolution Fest tuvieron estampas de todo tipo. Desde la confirmación de diversas propuestas por un lado, la aparición de nuevas voces por el otro y la difícil relación que tienen algunas bandas con sus fanáticos.

Disonancia

Para algunos asistentes e incluso músicos, el Revolution Fest es la respuesta tapatía del Vive Latino. Lo cierto es que ambas fiestas se hacen sombra, y los grandes perdedores son los músicos.

Bandas como El Gran Silencio y Cultura Profética se presentaron al arranque del concierto, alrededor del mediodía, pese a ser considerados “estelares”. ¿La razón? Tenían que irse al Distrito Federal para tocar en el Vive. Lo mismo ocurrió para las Víctimas del Doctor Cerebro, que tocaron a las 16:30, salieron a las 18:00 de Calle 2 y a las 22:30 ya estaban en México para presentarse en el festival que se desarrolló de forma simultánea en el Foro Sol.

Ellos fueron algunos de los grupos que tuvieron que dar dos conciertos en menos de 2 horas en ciudades distintas. Una situación que se repitió con buena parte de los conjuntos, quienes, o tenían que irse a la capital, o venían de ella.

Pero quienes vivieron una verdadera pesadilla fueron los integrantes de Bengala.

La banda capitalina subió al escenario a las 19:30 horas, tras el show de Sekta Core. Y en una jornada dominada por el ska alternativo, el rock de Bengala hizo cortocircuito instantáneo con el público.

Aunque en un principio los asistentes estuvieron indiferentes a Bengala, conforme avanzó su set sonoro del grupo la situación se fue tornando tensa. El público comenzó a arrojar vasos vacíos de cerveza, y tras ellos, botellas de plástico, corcholatas y cuanto proyectil tuvieron a la mano. Corearon insultos contra el quinteto y exigieron que se bajaran del escenario. Enardecido, Diego Suárez (vocalista) retó al público a que si le iban a arrojar objetos “al menos le atinaran”, y eso bastó para que los asistentes al Revolution comenzaran a jugar al “tiro al blanco” con la banda.

Al final, el grupo cortó su presentación, y el escenario principal se quedó sin música por más de media hora. La banda reconocería posteriormente que este ha sido el show más difícil que han tenido que dar en su carrera. “No nos había tocado que nos bajaran, siempre hay una primera vez”.

Armonía

Las Víctimas del Doctor Cerebro y Ska-P fueron lo mejor de la jornada. Los primeros, comandados por el eterno Abulón (voz), demostraron que más allá de su música, son auténticos “showmans”, que saben qué botones tocar para hacer que sus toquines se conviertan en auténticas verbenas.

El público brincó, corrió, se arrojó basura, hizo slam y bulla a las órdenes del Abulón, que fungió como un auténtico “maestro de ceremonias” durante la presentación del grupo, que arrancó poco después de las 16:30 horas. Poco importa que El esqueleto sea el eterno éxito con el que el grupo apela encender a los asistentes, cuando cada uno de los integrantes del grupo demuestra tener el carisma suficiente para encantar a los presentes.

Otro momento especial fue el regreso de Nana Pancha a los escenarios. El grupo recién se reintegró, tras vivir un prolongado luto por la muerte de Hugo Monter, baterista de la agrupación de ska, ocurrida en diciembre pasado en esta ciudad.

Para Nana Pancha, su show en el Revolution no fue sólo una vuelta a los conciertos masivos, sino también una forma de rendirle tributo a su compañero, y hacer las paces con la música.

Poco antes de la media noche, Ska-P fue la escuadra encargada de cerrar el festival en su escenario principal. La banda de Vallecas (España), llegó con disco nuevo, titulado 99%, aunque al momento de desplegar su arsenal sonoro, apeló mucho más a sus éxitos del pasado que a sus piezas más recientes.

Con ellos la comunicación fue musical. No hay necesidad de discursos y palabras rebuscadas cuando se trata de transmitir la furia a través de sus canciones. Los ibéricos y los tapatíos se llenaron mutuamente de adrenalina, dándole cierre a un festival que, pese a todo, estuvo lejos de ser perfecto.



EL INFORMADOR / FRANCISCO GONZÁLEZ
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