Entretenimiento
Tania Libertad, medio siglo de carrera
Afirma que tiene siete años produciendo Manzanero a tres pistas
CIUDAD DE MÉXICO (05/OCT/2011).- Tania Libertad dejó atrás una mala racha de problemas de salud (cáncer de mama, operaciones en rodilla y mano) y se dispone a celebrar en 2012 medio siglo de carrera con dos conciertos en Bellas Artes (Tania, 50 años de Libertad, 13 y 14 de febrero), que serán grabados en CD y DVD. Además, tiene programada una presentación masiva en la UNAM y otra en la edición 40 del Festival Internacional Cervantino. También lanzará un disco triple en homenaje a Armando Manzanero.
Afirma que tiene siete años produciendo Manzanero a tres pistas: “Hay una parte clásica con orquesta, que ya se hizo en España y Praga; el segundo es electrónico, y el tercero será con DJ”. Agrega que se ha alargado esta producción porque “se me atravesaron muchas cosas: el proceso de menopausia, y más recientemente un cáncer de seno ya eliminado y las operaciones en la mano y la rodilla”.
La intérprete peruana y mexicana vive en el Distrito Federal, en una casa en cuyas paredes hay cuadros de amigos suyos como Francisco Toledo y los fallecidos Juan Soriano y Rodolfo Morales. Es el hogar de quien, desde los siete años de edad, gracias a su voz, “llevaba plata (dinero) a una casa muy humilde”.
En Perú, la artista interpretaba, solidariamente, canciones de protesta en el seno de organizaciones de izquierda, y temas populares en teatros para sobrevivir. Entre esos dos fuegos, hace 31 años viajó a México y se da cuenta: “sí hay un lugar donde puedo cantar lo que me gusta y en el lugar correcto, como el Auditorio Che Guevara o la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM”.
Se adapta al destino
Tania vuelve en el tiempo y ve “una carrera hecha a base de la cultura del esfuerzo; empecé cuando la televisión no llegaba a mi pueblo (Chiclayo) y ahora ya estamos en la era del internet”. En los años sesenta las adivinadoras le auguraban larga vida artística, pero muchos críticos y ella misma no imaginaron que en el siglo XXI la acompañaría aún la vigencia.
En esos 50 años de trinos hay momentos cumbres que ella misma menciona: Bellas Artes, Lincoln Center, Olympia de París, Palacio de la Zarzuela, y otros escenarios compartidos con Plácido Domingo, Serrat, Bosé, Caetano Veloso y Mercedes Sosa.
Se considera “muy propositiva musicalmente a partir de mis raíces negras de la costa peruana”. Confiesa que jamás había visitado Machu Pichu; estuvo ahí en julio pasado para cantar en el centenario del descubrimiento de esas ruinas. “Se me cruzaron muchos sentimientos y lloré”. En las alturas se lesionó una rodilla y bajó decidida a experimentar con sus raíces andinas. También reforzó su creencia en el destino.
Se siente afortunada de que José Saramago le haya escrito un texto para el disco La vida, ese paréntesis, en el que cantó poemas de Mario Benedetti. El Nobel se refirió a “la emoción a que puede llevarnos la voz desnuda, sola, delante del mundo”. El portugués había escuchado a Tania en la Casa de las Américas de Madrid, en un homenaje a Rafael Alberti, y salió al vestíbulo para comprar los discos que de ella había en exhibición. Vargas Llosa ya le había prologado el álbum que hizo con poemas de Juan Gonzalo Rose (Tu voz, Si un rosal se muere).
La intérprete cuenta que se daba de topes en la cabeza por haber aceptado la propuesta de Carlos Slim para grabar un disco con arias de ópera, pues se dio cuenta de que no estaba preparada para hacerlo. Primero lo grabó queriendo parecerse a María Callas y borró todo; lo volvió a hacer cerrando los ojos y pensando que interpretaba a José Alfredo Jiménez. Fue el álbum más vendido durante seis meses.
Esa es Tania Libertad, la amiga que cocina en su casa para García Márquez o Serrat, la mujer que fue realmente fue bautizada por sus padres con ese emblemático nombre.
Afirma que tiene siete años produciendo Manzanero a tres pistas: “Hay una parte clásica con orquesta, que ya se hizo en España y Praga; el segundo es electrónico, y el tercero será con DJ”. Agrega que se ha alargado esta producción porque “se me atravesaron muchas cosas: el proceso de menopausia, y más recientemente un cáncer de seno ya eliminado y las operaciones en la mano y la rodilla”.
La intérprete peruana y mexicana vive en el Distrito Federal, en una casa en cuyas paredes hay cuadros de amigos suyos como Francisco Toledo y los fallecidos Juan Soriano y Rodolfo Morales. Es el hogar de quien, desde los siete años de edad, gracias a su voz, “llevaba plata (dinero) a una casa muy humilde”.
En Perú, la artista interpretaba, solidariamente, canciones de protesta en el seno de organizaciones de izquierda, y temas populares en teatros para sobrevivir. Entre esos dos fuegos, hace 31 años viajó a México y se da cuenta: “sí hay un lugar donde puedo cantar lo que me gusta y en el lugar correcto, como el Auditorio Che Guevara o la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM”.
Se adapta al destino
Tania vuelve en el tiempo y ve “una carrera hecha a base de la cultura del esfuerzo; empecé cuando la televisión no llegaba a mi pueblo (Chiclayo) y ahora ya estamos en la era del internet”. En los años sesenta las adivinadoras le auguraban larga vida artística, pero muchos críticos y ella misma no imaginaron que en el siglo XXI la acompañaría aún la vigencia.
En esos 50 años de trinos hay momentos cumbres que ella misma menciona: Bellas Artes, Lincoln Center, Olympia de París, Palacio de la Zarzuela, y otros escenarios compartidos con Plácido Domingo, Serrat, Bosé, Caetano Veloso y Mercedes Sosa.
Se considera “muy propositiva musicalmente a partir de mis raíces negras de la costa peruana”. Confiesa que jamás había visitado Machu Pichu; estuvo ahí en julio pasado para cantar en el centenario del descubrimiento de esas ruinas. “Se me cruzaron muchos sentimientos y lloré”. En las alturas se lesionó una rodilla y bajó decidida a experimentar con sus raíces andinas. También reforzó su creencia en el destino.
Se siente afortunada de que José Saramago le haya escrito un texto para el disco La vida, ese paréntesis, en el que cantó poemas de Mario Benedetti. El Nobel se refirió a “la emoción a que puede llevarnos la voz desnuda, sola, delante del mundo”. El portugués había escuchado a Tania en la Casa de las Américas de Madrid, en un homenaje a Rafael Alberti, y salió al vestíbulo para comprar los discos que de ella había en exhibición. Vargas Llosa ya le había prologado el álbum que hizo con poemas de Juan Gonzalo Rose (Tu voz, Si un rosal se muere).
La intérprete cuenta que se daba de topes en la cabeza por haber aceptado la propuesta de Carlos Slim para grabar un disco con arias de ópera, pues se dio cuenta de que no estaba preparada para hacerlo. Primero lo grabó queriendo parecerse a María Callas y borró todo; lo volvió a hacer cerrando los ojos y pensando que interpretaba a José Alfredo Jiménez. Fue el álbum más vendido durante seis meses.
Esa es Tania Libertad, la amiga que cocina en su casa para García Márquez o Serrat, la mujer que fue realmente fue bautizada por sus padres con ese emblemático nombre.
Síguenos en