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‘Soy un teatrero’: Humberto Zurita

Humberto Zurita dice que dirigir a ocho actrices en escena “es una experiencia muy interesante

CIUDAD DE MÉXICO.- Fue uno de los actores consentidos de Televisa en tiempos de Emilio Azcárraga Milmo y Ernesto Alonso; tiene un cuarto de siglo haciendo cine casi sin parar, es un baluarte en las filas de TV Azteca y de repente lo invitan a participar en miniseries italianas. Sin embargo, él se define en pocas palabras: “A final de cuentas, mi origen y mi esencia están en el teatro: soy un teatrero”.
Durante el año que está por terminar, participó como actor y director en la obra Pájaro negro, primero con Kate del Castillo y luego de Ana Serradilla.

En octubre se estrenó la puesta en escena Arpías, dirigida por él, que acaba de celebrar cien funciones en gira por la República; el 15 de diciembre darán la última función de 2009 en el teatro Las Torres, de Ciudad Satélite, y exactamente un mes después iniciarán temporada formal en el teatro Manolo Fábregas, donde ya estuvieron durante algunos días de manera intermitente.

Humberto Zurita dice que dirigir a ocho actrices en escena “es una experiencia muy interesante, aleccionadora, porque es un hecho que las mujeres son más sensibles que los hombres, más expresivas. Nosotros, de algún modo, hemos sido castrados desde la infancia para no mostrar nuestros sentimientos”.

Llevar la batuta ante actrices jóvenes y maduras como María Rubio, Patricia Reyes Spíndola, Magda Guzmán, Ofelia Medina, Victoria Ruffo, Niurka, Ana Patricia Rojo y Adriana Fonseca le significa un reto porque debe “establecer los límites de cada género, el perfil de cada personaje y permitirles cierto margen de aportación individual. Estamos en una comedia de suspenso delirante y los resultados han sido magníficos”.

De la Medina a Niurka
Le pedimos a Zurita que nos diga, por ejemplo, cómo es la relación del director con dos actrices tan disímbolas como Ofelia Medina y Niurka.

De la diva yucateca señala: “Es alguien que tiene el don: una presencia interior y escénica bárbaras. Es muy inteligente y propositiva. Si yo fuera un dictador, pensaría que ella es alguien que se opone a mis directrices, pero como soy muy abierto, tomo mucho en cuenta lo que ella dice. Lo mío es seducir y compartir ideas. El teatro es esa gran alquimia donde compartes la vida y la ficción con otras personas”.
A Niuka la define como “una actriz muy disciplinada y que aprende rápido. Cuando empezamos, le pedí que se cortara las uñas y me obedeció no sólo en eso sino que hasta se rapó”.

Cimientos de madera
Zurita se apasiona al hablar de su trayectoria en el teatro:
“Yo empecé en Torreón y luego me vine a estudiar al Centro Universitario de Teatro (UNAM), en la época de Héctor Mendoza. Tuve maestros como Julio Castillo, Luis de Tavira, Germán Castillo. Fue una época hermosa, cuando venían a México personajes del calibre de Tadeusz Kantor o Peter Brook. Le dediqué siete años al teatro universitario y luego salí a alternar con figuras como Ignacio López Tarso en El rey Lear y El avaro. Con Carmen Montejo en Okey de Isaac Chocrón. Con Manolo Fábregas en Trampa de muerte”.

Luego dirigió Severa vigilancia, de Jean Genet, y musicales como Dulce Caridad y El beso de la mujer araña. Creó la compañía teatral Zuba junto con su esposa, Christian Bach, aunque tal empresa dejó de existir cuando ambos se fueron a vivir a Miami. “Siempre ando en proyectos de tele y en películas, pero invariablemente vuelvo a lo mío, a mi gran pasión: hacer teatro arriba del escenario o desde abajo. Es algo que me llena completamente”.

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