Entretenimiento
Sencilla, ligera y sensual; la mujer del verano Dior 2016
Los invitados son deslumbrados por una colina cubierta con flores azules
Para el evento más esperado de la Semana de la Moda (junto con el desfile de Chanel el próximo martes) Dior deslumbró a sus invitados instalando en la sobria Cour Carrée del Louvre una colina cubierta de flores, la gran pasión del fundador.
En la pasarela el creador belga Raf Simons hizo desfilar una colección despojada de elementos superfluos, concentrada en la pureza de líneas, sensuales pero disciplinadas.
Simons declinó al infinito la idea de conjuntos que evocan la intimidad de la lencería femenina, de inspiración victoriana, donde el blanco inmaculado reinó con impecable ligereza, osando transparencias y contrastado a veces con elementos negros para los modelos más nocturnos.
"Quise que de la colección emanase cierta pureza", explicó Raf Simons en un mensaje a los invitados. "Una colección simplificada al extremo, concentrada en una sola línea directriz que expresa la idea misma de la feminidad, la fragilidad y la sensibilidad, sin sacrificar la fuerza y el efecto".
Entre los cientos de miles de flores azules (espuelas de caballero) que además de cubrir la colina también formaron parte del descorado en su interior, descolló entre las invitadas una despampanante Rihanna en un vestido-capa rosado y botas altas negras.
Una "mujer-flor" más natural
Como en colecciones anteriores, Raf Simons apeló a elementos futuristas en diálogo con referencias al pasado, aunque esta vez ambos con deliberada moderación.
"Es como si esta mujer estuviese a punto de viajar a través del espacio y el tiempo", apunta Raf Simons.
La mujer-flor venerada por Monsieur Dior, habitualmente domesticada en un jardín donde todo está en su exacto lugar, llegó esta vez en una versión más sencilla y natural.
Tampoco faltaron variaciones de la chaqueta "bar", uno de los grandes inventos del creador del "New Look" de los años 1940-50, ni el diálogo entre lo masculino y lo femenino, tendencia recurrente que regresó con presencia redoblada en varias pasarelas esta temporada.
Con Dior, el vestido femenino recurre al traje masculino en versiones variadas del clásico terno con rayas horizontales y cortes sensuales que liberan chaquetas de inspiración militar.
La sencillez de la apuesta da paso en algunos modelos a un alarde deliberado de sofisticación, como una refinada chaqueta blanca con flores crema bordadas en relieve.
Casi toda la colección transcurre en blancos y negros, apenas interrumpidos por algún esporádico rojo o rosa. Los colores vivos aparecen en carteras y accesorios, entre los que destacan cuelleras (otra tendencia) decoradas con piedras.
El efecto de conjunto buscado por Raf Simons, asegura el belga, aspira a ser "a la vez singularmente futurista y extrañamente romántico". Un verano que promete, para las que puedan darse el lujo y sus admiradores.
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