Entretenimiento
Sean Penn expone su filosofía
El actor se muestra en Cannes con la película This must be the place, dirigida por Paolo Sorrentino
Penn sigue combinando su faceta de hombre comprometido con la sensación de violencia que crea su propia presencia: siempre con gesto molesto y mirada altiva, con los bíceps tatuados desbordándole la camiseta pero por otro lado hablando de cómo arreglar no sólo a su país, sino el mundo.
“No quiero sonar demasiado filosófico, pero la Humanidad entera no ha alcanzado la madurez todavía, así que no creo que Estados Unidos esté solo en su inmadurez. Lo que sí es particular en el tema de Estados Unidos es que es la fuente directa de la cultura dominante de algo tan importante como lanzar sus propios mensajes”, afirmó en encuentro con los medios.
“Esa cultura elimina el pensamiento original, celebra la uniformidad y es ahí cuando es muy importante defender tu propia opinión aunque no sea popular y decir ‘vete al diablo”, asegura.
Pero además de alto y claro, también lo dice con melena negra, cigarro en mano y maquillaje gótico, porque Sean Penn ofreció un trabajo “impactante” –para algunos demasiado histriónico– en la edición número 64 del Festival de Cannes, donde aspira a su segundo premio tras ganar en 1997 con She’s so lovely.
Concreta proyecto
La historia entre el actor y el director de This must be the place se comenzó a escribir hace tiempo, pero fue justamente en Cannes donde tomó forma. Allí, Penn premió hace tres años como presidente del jurado a la cinta de Sorrentino Il Divo. “Me dijo si quería trabajar con él y yo le dije que cuando quisiera y donde quisiera. Al tiempo me llamó con este guión que me enamoró de inmediato”.
El flechazo lo provocó ese viejo roquero (su personaje), mirado con visión casi zoológica en la localidad irlandesa en la que vive, que emprende un atípico viaje de venganza heredada de su padre recién fallecido. El objetivo será un nazi que vive en América.
This must be the place recorre un camino distinto al que trazó en Río místico. En la primera, el viaje físico y emocional lleva a la neutralización del sentimiento revanchista. En la segunda, por la que Penn ganó el primero de sus dos Oscar, se buscaba su consumación a toda costa, incluso haciendo pagar a un inocente.
“¿Alguna vez no ha sido la venganza un motor para el ser humano? Es la energía que hay detrás de un tribunal. Pero la venganza tiene una connotación de que sabe dulce, que te hace sentir mejor sobre algo que te habían hecho a ti o a alguien que te importa, y ése es el problema”, explica el actor, recién llegado de Haití, donde trabaja con su ONG en la reconstrucción del país.
“Todo el mundo me pregunta que cómo puedo combinarlo, pero creo que la vida es sólo una, y que uno es uno mismo actuando en medios diferentes”, explica quien, como director, también ha profundizado en conceptos como la naturaleza de la justicia en The pledge y el viaje por la libertad en Camino salvaje.
Mira al futuro
Dejando de lado su faceta como activista, Penn se meterá de nuevo en la piel de actor, donde ya prepara un proyecto en el que cine y compromiso vuelven a darse la mano. “Estamos en conversaciones Christian Bale y yo para una película que tiene lugar en Afganistán. No sé si rodaremos allí, si los seguros cubren el traslado de los equipos al país, pero se llamará The last photograph y estará dirigida por Niels Arden Oplev”.
Pero en su vida privada, aunque no quiere hablar de su relación con Scarlett Johansson ni de sus turbulentos matrimonios con Madonna primero y con Robin Wright después, sí que deja entrever un poco de ternura en su faceta de padre. “Los hijos te dan un gran regalo, porque no hay nada que hagas que sea desabrido para ellos. Ya que son lo que más quieres y tienen esa opinión sobre ti, te hacen perder el miedo a resultar tonto ante los demás”.
Síguenos en