Entretenimiento
Santana, un ''hippie imperialista'' que está de fiesta
Woodstock y Lima proclamaron su rebeldía, ahora con premios Grammys y reconocimientos por todo el mundo, Santana deja huella en la música
En Perú el régimen del dictador Juan Velasco, quien abanderaba un supuesto gobierno nacionalista de izquierda, se propuso defender la “moral revolucionaria” y a la juventud de su país, amenazados por un músico de origen mexicano que aterrizó con su banda para ofrecer un concierto en Lima.
La agrupación del guitarrista Carlos Santana, que había tocado en el legendario festival de Woodstock y con méritos propios se había hecho de un lugar en la escena rockera de Estados Unidos, fue expulsada tan pronto pisó suelo peruano. Velasco acusó a Santana de ser un “hippie imperialista” y lo envió de regreso a la Unión Americana.
El general golpista explicaría luego, en un comunicado, que la música de Santana era contraria “a las buenas costumbres y al objetivo moralizador del gobierno revolucionario”. Sin embargo el tiro pasó de largo. Algunas crónicas señalan que el guitarrista, nacido en Autlán de Navarro, Jalisco, ni siquiera se enteró del veto en su contra y cuando despertó, ya en Miami, preguntó a qué hora tenía que dar el concierto, para luego volver a la cama.
Eran otros tiempos y entonces nadie imaginaba -quizá ni el propio Carlos- que algún día ese músico iba a ostentar el récord de más Grammys ganados por un solo disco: Supernatural (1999), con nueve premios, y que presumiría ventas estimadas en 90 millones de copias de sus 26 álbumes.
Vamos, ni siquiera en México se le dio crédito al inicio y, si en algún momento fue profeta en tierra propia, tuvo que esperar bastantes años. En 2001, cuando estuvo en Autlán para recibir las llaves de la ciudad y develar una estatua, recordó que intentó ayudar al municipio desde 1974, tres años después de la aventura peruana, pero el alcalde en turno también lo calificó de “hippie”. Habían pasado casi tres décadas.
“La fruta más dulce cae sola, no hay que cortarla, y ese momento ha llegado”, dijo entonces, como para cumplir una deuda añeja.
Y es que las cosas no se le dieron fáciles. Nacido en 1947, este 20 de julio cumple 66 años y está a uno del retiro, según lo comunicó en 2008, para dedicarse de lleno a otra de sus grandes pasiones, la religión. El plan, dijo, es convertirse en pastor de una iglesia en Hawaii y olvidarse por fin de los escenarios.
Hijo de un violinista de mariachi, la falta de oportunidades orilló a su familia a mudarse a Tijuana, donde a los ocho años de edad cambió el instrumento paterno por una guitarra que ya no soltaría. Cuando el joven Carlos entró a la adolescencia, sus padres se mudaron a San Francisco, California, la Meca del movimiento hippie, una elección que resultaría determinante. Él se quedó un tiempo en Tijuana, donde perfeccionó su técnica en el circuito de bandas locales y gracias también a las enseñanzas de Javier Bátiz, otro de los “gurús” del rock mexicano.
Pero el país le había ofrecido todo lo que podía darle. A principios de la década de los 60 Santana migró a Estados Unidos y en 1965 obtuvo la ciudadanía. Para entonces su apellido era una marca registrada que le permitía cambiar de alineación musical sin perder el reconocimiento de una cada vez más fiel legión de fans y de la crítica, algo poco común, considerando sus raíces latinas en una época donde Jimmy Hendrix, un guitarrista de color, parecía abarcar la cuota destinada a los “rockstars” no sajones.
Por mencionar algunas de sus producciones más reconocidas están los álbumes Santana (1969), Abraxas (1970), Moonflower (1977), Zebop! (1981), Beyond Appearances (1985), Milagro (1992) y el citado Supernatural, sin duda su mayor éxito, con 25 millones de copias vendidas hasta el momento.
El rock de Santana ha transitado por distintos géneros, pero nunca ha perdido el sabor latino de sus primeros años. Canciones como “Oye cómo va”, “Europa”, “Samba pa’ ti”, “Gypsy Queen”, “María María” y la emblemática “Black Magic Woman” -original de Fleetwood Mac- son tan solo una muestra. En el 2000 demostró que también podía estar de moda con “Smooth”, que permaneció 12 semanas en el primer lugar del Billboard y llenó sus bolsillos de dólares.
Nada mal para un “hippie” al que solían cerrarle puertas en todos lados.
Síguenos en