Entretenimiento
Rudo y Cursi
Vamos al cine
Lo que sigue motivando preocupación es la predilección temática de productores, guionistas y directores, afectos a la realización centrada en gérmenes sociales nocivos; que por ser comerciales contribuyen a la degradación. Rudo y Cursi, escrita y dirigida por Carlos Cuarón es un triste ejemplo de vulgaridad con el empleo del lenguaje procaz.
Es recurrente la reflexión respecto a la proclividad de cineastas mexicanos carentes de creativa sensibilidad, al construir apologías contribuyentes a la vileza y pérdida de identidad. Un triste ejemplo de esa exposición fue la interpretación de un cantante grupero al Himno Nacional con letra y tonalidades ajenas a los estrictos lineamientos que rigen para su interpretación.
Con todo cuanto se diga, obtener recursos del Estado para la producción cinematográfica niega que el Cine esté en crisis. Durante 2008 el ingreso por boletos pagados en las taquillas alcanzó la cifra de 600 millones de dólares y otros 200 adicionales de las dulcerías, éstas últimas con alto margen de utilidad.
En la decantada Época de Oro, el cine mexicano contribuyó eficazmente a la identidad y dignificación, con mensajes ahora calificados de románticos y hasta ridículos. Esto tiene razón de ser por los cambios ocurridos en algo más de 50 años, pero la producción actual no tiene trazas de crear su propia historia de contribución a elevar el nivel cultural de la juventud, público mayoritario concurrente a las salas cinematográficas.
Y es que la comunicación, y específicamente el Cine, tiene influencia formativa en el carácter, costumbres y hábitos de la sociedad, al coincidir con la edad en que éstos se crean y normas de conducta para la edad adulta.
Dios nos guarde de la discordia.
Comentarios: sicpm@informador.com.mx
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