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Rolando Villazón: La ópera me ha permitido dar forma al grito de mi alma

Emilio Rolando Villazón Mauleón (n. 22 de febrero de 1972, en Ciudad de México) es un tenor mexicano radicado en Francia, reputado como uno de los más famosos tenores líricos de la actualidad, y llamado con justicia el heredero de Plácido Domingo.

Su voz se quebró, quedó fragmentada en mil pedazos y le obligó a retirarse durante unos meses. Vuelve pletórico, queriendo comerse el mundo de nuevo y saboreando cada minuto de la vida. Es expresivo con las palabras, con los gestos y con los sonidos hasta límites inimaginables. Vive la música con tanta intensidad como para reflejar sus sentimientos, interpreta a cappella arias que van desde la pasión a la tragedia mientras responde a las preguntas. El tenor Rolando Villazón (Ciudad de México, 1972) acaba de editar Cielo e mar con Deutsche Grammophon. Un disco en el que se unen composiciones de Ponchielli, Cilea, Boito o Verdi.

PREGUNTA. ¿Le daba miedo el retorno?
RESPUESTA. El temor o terror, más bien, era a no regresar. Si no era capaz de alcanzar lo que tenía antes de retirarme era mejor abandonar. No podía volver sólo para sobrevivir, en ese caso no merecía la pena. En los momentos más difíciles en los que era incapaz de vislumbrar el final de la situación en la que me hallaba inmerso pensaba que mi alma encontraría algo donde estallar, gritar y expresarse. Me di un trompazo tremendo, pero la adversidad me ha hecho más fuerte. El guerrero que regresa al campo de batalla después de una derrota disfruta más de la batalla que el que nunca ha sido vencido.

P. ¿Ha mejorado su voz?
R. Ha salido fortalecida. Canto sin dolor, ni fatiga. Ahora cabalgo y mi caballo no me tira de la montura. He tenido que reconstruir mi relación con ella.

P. ¿Cielo e mar es el reencuentro con su yo?
R. Es un disco diferente de los demás. Es el de un artista que quiere ir un poco más allá de lo que había hecho hasta ahora. Es un paso hacia el interior y las profundidades. Deja al que lo escucha con una sensación reflexiva. Nace a partir de una búsqueda de emociones, de arias no conocidas pero maravillosas. Es como una colección de poemas con una historia sin palabras. Me llevó horas poner en orden las arias y es el que está en el disco. Afortunadamente, esta locura mía ha tenido una respuesta y de todo ese mensaje sin palabras surgió Cielo e mar. Nace del pensamiento, del análisis, al igual que nace un verso. El principio del disco es el amor y evoluciona hasta la tragedia, la desilusión o la amargura. Al final está ese deseo heroico de unir para construir algo más duradero. Es un orden de emociones.

P. ¿Qué le causa más pavor, la vida o el escenario?
R. Cada día hay que luchar contra la soledad, contra la muerte. La lucha es lo que nos hace humanos. Luchamos por no aburrirnos, por crear o por destruir, y por dónde enfocar nuestra existencia.

P. Habla del alma, de Dios con cierta pasión, y estuvo a punto de ser sacerdote.
R. Soy una persona creyente. Creo que hay un Dios y a veces parece que la religión limita pero no es así. El arte puede crear una experiencia espiritual superprofunda y sin límites.

P. ¿Qué le ha dado la ópera?
R. Es el lugar que ha permitido dar forma al grito de mi alma. Desde niño he sentido la necesidad de hacer personajes y ahora cuando me preparo hay una búsqueda hacia mi interior.

P. ¿Dónde encontró a esos personajes?
R. La literatura me ha ayudado a inventarlos. Mi mayor escuela han sido los libros porque a través de ellos vivimos las angustias, las perversiones, las maravillas, los defectos. Todo el conjunto nos hace personas completas y eso es lo que me ha permitido utilizar la imaginación para desde la fantasía crear personajes que parezcan reales.

P. ¿Es ahí donde usted encuentra la esencia de la ópera?
R. Cuando lidio con emociones reales estoy prestándome para darles vida a seres humanos fantásticos, que existen en un mundo diferente, en el mundo cantado. Es el escenario del inconsciente. Cuando se ama se vive con una pasión en la que dentro se mezclan violines y trompetas y cuando alguien se muere sientes un dolor intenso. Todos los días a través del lenguaje del inconsciente nos pegan directamente en el corazón y nos remueven el alma. Mi experiencia como artista y como espectador de la ópera es que cuando sientes un calor y una electricidad en todo tu cuerpo es que estás ante algo extraordinario. Por unos momentos eres capaz de sentir algo diferente. Puede que no sirva de nada o puede que por unos segundos nos sintamos seres humanos.

P. Acaba de terminar de rodar una versión cinematográfica de La Bohème, de Puccini, que va a estrenarse en el próximo Festival de Cannes. ¿Qué tal se ve como actor?
R. Ha sido interesante. He aprendido mucho de mí como artista. Cuando uno descubre cómo se hace el cine se siente muy dichoso de pertenecer al mundo de la escena. Me encanta formar parte de un mundo en el que no hay red. En el escenario en el que yo deambulo habitualmente pasas de un lado a otro de la cuerda sin red y con leones abajo esperando con las fauces abiertas a ver si te caes o no. En el cine no hay ese riesgo. Nuestra profesión se asemeja bastante a la vida, por la que caminas de un lado a otro sin red y con leones.
EL PAÍS/ ACS
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