Entretenimiento
Recibe Roberto Bañuelas la Medalla de Oro del INBA
Celebra el barítono 50 años de trayectoria en la ópera mundial; reconocen su labor como “pilar de la ópera nacional”.
(INBA) entrega a las personalidades más destacadas del quehacer artístico y cultural, por sus 50 años de sólida e internacional trayectoria.
Tocó a Ricardo Carrión Figueroa, subdirector de esa institución, hacer entrega de la presea a quien calificó de "pilar de la ópera nacional". Por eso, anoche llovieron flores color púrpura dentro de la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en esta ciudad capital.
Al tiempo que el funcionario cultural hacía entrega de la áurea condecoración, amigos, parientes e invitados especiales obsequiaron al homenajeado un aplauso sin medida, de pie, acompañado de aclamaciones de admiración y respeto. El maestro Bañuelas correspondió con palabras.
"Procedente de Ciudad Camargo, Chihuahua, en 1951 llegué a la Ciudad de México para estudiar arquitectura y, entre la confusión de la gran metrópoli y la clara voz de la vocación, al equivocar el domicilio, quedé inscrito en el Conservatorio Nacional de Música", dijo.
Con voz clara y fuerte, explicó que a los seis meses de estar inmerso en el estudio del canto, del piano, del solfeo y el aprendizaje del italiano, fue reclutado, con una docena de condiscípulos, para ser incorporado al ejército egipcio de la Opera Nacional, A.C., donde debutó.
"Las funciones del 3, 7 y 10 de julio hicieron mi debut operístico con María Callas, Mario de Mónaco, Giuseppe Taddei, Oralia Domínguez y Roberto Silva. Ellos, brillantes protagónicos; yo, asido a una lanza, soldado de infantería que causó baja tras la marcha triunfal del tercer día", añadió.
Sus ganancias de esa temporada fueron de 12 pesos, "cuando no había crisis recurrentes". El maestro Guido Picco, con quien estudió repertorio y le dirigió en la representación de su debut en La Óveme, el 24 de abril de 1958, le advertía sentencioso y profético:
"Ya que haz elegido una carrera tan difícil, debes lograr un nivel artístico del oficio para poder competir internacionalmente, porque la vida de un cantante de ópera en México es tan contradictoria y difícil como la de un torero en Nueva York", contó jocoso el barítono.
Mientras contaba de manera somera su trayectoria artística, con pátina de anécdotas graciosas y salpicada de recuerdos envueltos en vicisitudes y mil contratiempos, el público apenas respiraba y se mantuvo al filo de su asiento, pues Bañuelas resultó gran narrador.
Platicó que en octubre de 1958, a seis meses de su debut con el Marcelo de La Bohéme, de Puccini, alternó, por primera vez como cantante, con un elenco internacional en dos representaciones de Boris Godunov que protagonizó el inmenso artista Nicola Rossi Lemeni.
"Desde entonces, hasta ahora que me encuentro frente a ustedes en este magno reconocimiento, he participado en más de mil funciones de ópera y un crecido número de conciertos con orquesta y recitales de piano. Considero que ha sido la mía una vida de apasionado trabajo", acotó.
Trabajo que, explicó de inmediato, le ha dado el privilegio de interpretar las grandes obras del teatro musical, así como la de haber alternado "con los mejores cantantes del mundo cuando ellos estaban en su mejor momento y yo, también", refirió Bañuelas con aplomo.
Filosófico, subrayó que entre los sueños y el escenario, el misticismo y el erotismo, "el canto es la identificación del intérprete con la vida y el arte a través de la música de la propia voz. Inmensa gratificación es la de servir con calidad a los grandes autores y a sus obras".
En ese sentido, puntualizó que mientras el creador realiza la hazaña de partir de lo abstracto para llegar a la forma y a la expresión de lo intangible, el intérprete debe recorrer el camino trazado por los autores, "y debe hacerlo con entrega de honestidad y talento para la conquista de la belleza".
Antes, el panel integrado por José Areán, director de la Opera de Bellas Artes; Eduardo Lizalde, escritor; y Héctor Sosa, cantante, realizó una semblanza del galardonado, al tiempo que a través de una pantalla gigante se transmitieron testimonios de especialistas que conocen su obra.
MÉXICO.- El barítono mexicano Roberto Bañuelas recibió la Medalla de Oro que el Instituto Nacional de Bellas Artes
Tocó a Ricardo Carrión Figueroa, subdirector de esa institución, hacer entrega de la presea a quien calificó de "pilar de la ópera nacional". Por eso, anoche llovieron flores color púrpura dentro de la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en esta ciudad capital.
Al tiempo que el funcionario cultural hacía entrega de la áurea condecoración, amigos, parientes e invitados especiales obsequiaron al homenajeado un aplauso sin medida, de pie, acompañado de aclamaciones de admiración y respeto. El maestro Bañuelas correspondió con palabras.
"Procedente de Ciudad Camargo, Chihuahua, en 1951 llegué a la Ciudad de México para estudiar arquitectura y, entre la confusión de la gran metrópoli y la clara voz de la vocación, al equivocar el domicilio, quedé inscrito en el Conservatorio Nacional de Música", dijo.
Con voz clara y fuerte, explicó que a los seis meses de estar inmerso en el estudio del canto, del piano, del solfeo y el aprendizaje del italiano, fue reclutado, con una docena de condiscípulos, para ser incorporado al ejército egipcio de la Opera Nacional, A.C., donde debutó.
"Las funciones del 3, 7 y 10 de julio hicieron mi debut operístico con María Callas, Mario de Mónaco, Giuseppe Taddei, Oralia Domínguez y Roberto Silva. Ellos, brillantes protagónicos; yo, asido a una lanza, soldado de infantería que causó baja tras la marcha triunfal del tercer día", añadió.
Sus ganancias de esa temporada fueron de 12 pesos, "cuando no había crisis recurrentes". El maestro Guido Picco, con quien estudió repertorio y le dirigió en la representación de su debut en La Óveme, el 24 de abril de 1958, le advertía sentencioso y profético:
"Ya que haz elegido una carrera tan difícil, debes lograr un nivel artístico del oficio para poder competir internacionalmente, porque la vida de un cantante de ópera en México es tan contradictoria y difícil como la de un torero en Nueva York", contó jocoso el barítono.
Mientras contaba de manera somera su trayectoria artística, con pátina de anécdotas graciosas y salpicada de recuerdos envueltos en vicisitudes y mil contratiempos, el público apenas respiraba y se mantuvo al filo de su asiento, pues Bañuelas resultó gran narrador.
Platicó que en octubre de 1958, a seis meses de su debut con el Marcelo de La Bohéme, de Puccini, alternó, por primera vez como cantante, con un elenco internacional en dos representaciones de Boris Godunov que protagonizó el inmenso artista Nicola Rossi Lemeni.
"Desde entonces, hasta ahora que me encuentro frente a ustedes en este magno reconocimiento, he participado en más de mil funciones de ópera y un crecido número de conciertos con orquesta y recitales de piano. Considero que ha sido la mía una vida de apasionado trabajo", acotó.
Trabajo que, explicó de inmediato, le ha dado el privilegio de interpretar las grandes obras del teatro musical, así como la de haber alternado "con los mejores cantantes del mundo cuando ellos estaban en su mejor momento y yo, también", refirió Bañuelas con aplomo.
Filosófico, subrayó que entre los sueños y el escenario, el misticismo y el erotismo, "el canto es la identificación del intérprete con la vida y el arte a través de la música de la propia voz. Inmensa gratificación es la de servir con calidad a los grandes autores y a sus obras".
En ese sentido, puntualizó que mientras el creador realiza la hazaña de partir de lo abstracto para llegar a la forma y a la expresión de lo intangible, el intérprete debe recorrer el camino trazado por los autores, "y debe hacerlo con entrega de honestidad y talento para la conquista de la belleza".
Antes, el panel integrado por José Areán, director de la Opera de Bellas Artes; Eduardo Lizalde, escritor; y Héctor Sosa, cantante, realizó una semblanza del galardonado, al tiempo que a través de una pantalla gigante se transmitieron testimonios de especialistas que conocen su obra.
Síguenos en