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Realidad color de rosa

La mayor parte de la película sucede en una atmósfera propicia a la nostalgia

GUADALAJARA, JALISCO.- En Dan en la vida real hay demasiados elementos argumentales y no todos están bien cocinados. Se trata de una película en la que su director/ guionista pretende imprimir originalidad, o un poco de “vida real”, a una acumulación de ingredientes consabidos: el flechazo de amor que surge maravillosamente de la casualidad, la reunión familiar nutrida, forzadamente bulliciosa y jovial, el protagonista en crisis por su viudez y por la necesidad de afrontar solo, la crianza de tres hijas.

Con esos motivos se construyen una serie de episodios que transitan entre lo humorístico y lo conmovedor. De entrada el personaje se revela como un padre sobre protector y poco agudo a la hora de tratar con sus retoños, a diferencia de la sensatez que proyecta en la columna de consejos que publica en un diario local. El hombre descubre a una de sus hijas, la que anda por la mitad de la adolescencia, en un trato apasionado con el novio. Alarmado la reprende, y en consecuencia, obtiene para el resto de la historia el odio cordial de la joven. La mayor quiere conducir el automóvil y él tampoco lo permite. La más pequeña, se expresa como adulto y busca un poco de atención pero no logra que le haga caso. La resolución de esos conflictos generacionales, como de todos los demás hechos que componen la trama, se propone con cierta precisión mecánica. 

La mayor parte de la película sucede en una atmósfera propicia a la nostalgia. Con la rústica casona familiar junto al frío mar de la costa Norte, rodeada de bosque, y donde las señales de civilización más adecuadas son la remota existencia de un faro, de una librería de viejo junto a un muelle, y un solitario boliche atendido por una anciana. Todos esos lugares dan lugar a una fotografía que se afana en ser demasiado bonita, elegante y sentimental.
De acuerdo a la más añeja tradición del cine como espectáculo de diversión masiva, el director apuesta por estimular la sensiblería del público con una visión complaciente de las alegrías y desavenencias de la convivencia familiar y del amor romántico. Esa tendencia lo lleva a incluir en los parlamentos aforismos cursis que quieren pasar por verdades morales contundentes como: “el amor no es un sentimiento, es una habilidad” ó “la vida está llena de desilusiones” ó “en vez de decirles a los jóvenes ¿cuáles son tus planes? ¿qué planeas hacer con tu vida? Deberíamos decirles: haz planes para ser sorprendido”.  Los pasajes cómicos dependen por lo regular de un solo personaje y del desempeño del actor que lo interpreta, o de la repetición en la trama de algunas situaciones, como las noches en el cuarto de la lavadora o las constantes multas de tránsito.
La cinta es una producción de la compañía Touchstone subsidiaria del corporativo Disney.

Dan en la vida real (Dan in Real Life), EUA, 2007; Dirección: Peter Hedges; Guión: Pierce Gardner, Peter Hedges; Actuación: Steve Carrell, Juliette Binoche, Dane Cook.
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