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Presentan libro sobre la obra completa de Chopin
La música del autor romántico es uno de los puntos de partida de la escritura pianística de la segunda mitad del siglo XIX
El título del libro presentado el 20 de febrero está basado en lo que en alguna ocasión dijo el compositor ruso, Rimsky Korsakov, de Chopin, que en su música "están las raíces de la música del futuro". Romero define al maestro polaco como un compositor "absolutamente vanguardista", sin el cual no se entendería a otros posteriores.
Los editores de la obra consideraron que la música de autor romántico es uno de los puntos de partida de la escritura pianística de la segunda mitad del siglo XIX y de todo el siglo XX.
Chopin fue un genial compositor polaco y pianista de profundo romanticismo, en cuya obra, integrada por 24 preludios y dos grupos de "Estudios", plasmó ese sentimiento de angustia por el sufrimiento de su pueblo y de su retorno a él.
El virtuoso nació en la aldea polaca Zelazowa Wola, a unos 35 kilómetros de Varsovia, la capital de Polonia, como segundo hijo del matrimonio formado por Nicolás Chopin y Justina Krzyzanowska.
Desde temprana edad, al dar muestras de su interés por la música, su padre encargó su educación musical al checo Wojciech Zywny. Compuso su primera obra, unas "Polonesas" (13 y 14); varias danzas y una marcha militar antes de celebrar su octavo cumpleaños.
Al finalizar sus estudios con Zywny continuó con la música del profesor Józef Ksawery Elsner y prosiguió en el Liceo Local; a los 16 años mostró ese espíritu patriótico que ayudó a forjar la leyenda de su vida.
En 1827 falleció su hermana menor, Emilia, víctima de tuberculosis y para buscar el olvido emprendió un viaje hacia Berlín, donde asistió a la presentación de varias óperas de Weber, Spontini, conoció a Mendelssohn y a su regreso a Varsovia escuchó al genial Paganini, quien efectuaba unos recitales en tierra polaca.
Para 1829, Chopin partió hacia Viena y tras el éxito obtenido en esa ciudad, regresó a Varsovia para celebrar varios conciertos.
El 11 de octubre de 1830 ofreció el que sería el último concierto en su país natal, con el que se despediría, sin saberlo, de sus amigos y sus compatriotas polacos, ya que unos días después, el 2 de noviembre, se marchó de Varsovia para no volver nunca más.
En Viena no tuvo la acogida esperada, los austríacos se mostraron poco hospitalarios con el joven compositor y por ello partió hacia otras ciudades europeas, como Linz, Salzburgo y Munich para llegar finalmente a París.
Se sintió deslumbrado por el mundo intelectual del París de ese entonces y muy pronto se hizo amigo del pianista Friedrich Kalkbrenner y por su conducto entró en la élite cultural de París.
Entonces Chopin frecuentó a grandes compositores como Berlioz, Bellini y Franz Liszt, quien lo ayudó en esa primera etapa de su vida para, desde allí, consolidarse como el gran genio musical romántico.
Su profundo romanticismo se vio reflejado en sus composiciones y en su amor por George Sand, la escritora que lo acompañó durante 11 años de su vida, siempre con ese dejo nostálgico por la patria y la premonición de un fin cercano.
La salud de Chopin siempre fue delicada y en 1838 Sand (seudónimo de Amandine Aurore Lucie Dupin) decidió realizar un viaje a las islas Baleares, por su beneficioso clima para Chopin y sus hijos (Maurice y Solange), aquejados de reuma.
Luego de unos días de sol, se desató una de las peores lluvias que asolaron ese año Mallorca, por lo que la salud del compositor empeoró de forma alarmante.
El 11 de febrero de 1839 regresó a Francia, específicamente a Nohant, donde Sand tenía una casa de campo y en un periodo de siete años Chopin compuso lo que podría considerarse clave para consolidar su obra.
Su relación con la escritora se deterioró y el 4 de marzo de 1848, tras el levantamiento en armas de los intelectuales de izquierda, en los famosos sucesos de París, Chopin rompió definitivamente con ella.
En agosto de ese mismo año enfermó y postrado en cama escribió a su familia para que acudira a su lado.
Ludwika Chopin llegó a París y dispuso el traslado del enfermo a un piso de la plaza Vendome. Todo fue inútil, el 13 de octubre se le administró la extremaunción y el día 17 de ese mes de 1849 murió el músico.
Su mejor epitafio provino de labios de Robert Schumann, quien al enterarse de su muerte dijo: "El alma de la música ha pasado por este mundo".
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