Entretenimiento
Placebo, sin restricciones
El conjunto de rock comienza a promocionar el disco Battle for the Sun en nuestro país y su primera parada es Guadalajara
No es fácil hablar con la banda. Son resguardados por su equipo de seguridad y producción como si se trataran de tesoros. De entrada, se sabe que antes de un concierto, el vocalista Brian Molko no brinda entrevistas, nada de fotos ni saludos. Su concentración se lo exige, pero eso no quiere decir que la banda no acepte charlas con los medios.
Stefan Olsdal (bajo) y Steve Forrest (batería) se sentaron a platicar previo al concierto que ofrecieron el martes por la noche en la Arena VFG. Sin poses, máscaras o exigencias extravagantes, relataron el andar de su disco más reciente, Battle for the Sun, además de que explicaron qué es lo que más les ha fascinado hasta ahora de Guadalajara.
La entrevista se desarrolla con peculiaridades. Olsdal, a pesar de ser sueco y vivir buena parte de su vida en Inglaterra, habla y comprende el español. Steve recién se integró a la banda y se encarga de poner la energía y bromas.
Ustedes estuvieron en Guadalajara hace casi tres años promocionando el disco “Meds”, ¿Qué recuerdan de aquella visita?
Olsdal: “Por alguna razón siempre hemos tenido una muy buena relación con el público hispano y durante 10 años hemos tratado de estar presentes aquí, en México. Siempre es una experiencia muy satisfactoria, que levanta mucho el tour y tratamos a cambio de darles un buen show y pasar una noche hermosa. Para nosotros Guadalajara significa mucho, bueno, al menos para mí, porque aquí celebré mi cumpleaños dando un concierto (en 2007)”.
¿Steve, tu no habías venido a México con Placebo antes?
Steve: “No, pero hace muchos años visité Tijuana, fue una experiencia surreal, por completo. Pasé días de fiesta y al final un policía, sí, un policía, me asaltó ¡Me quitó 40 dólares! (risas). Sé que eso podría haber pasado en cualquier lugar, y la frontera es un lugar muy extraño en ambos lados”.
Previo al concierto, ¿tienen algún tipo de ritual?
Olsdal: “Nueces. Comemos nueces (risas). A veces sacrificamos gente (risas). Bueno, no. La verdad tratamos de cenar bien, porque será una noche larga y lo rematamos con un buen café. Es curioso que en ese sentido no seamos tan exóticos (risas)”.
Esta semana ustedes ofrecen conciertos en Guadalajara (el pasado martes) y el Distrito Federal (ayer miércoles) con muy poco tiempo para descansar. ¿Cómo se reponen?
Steve: “Carne asada. En serio (risas). Es grandiosa, la desayuné en Guadalajara, además ayer me comí un burrito buenísimo, me dijeron que era de sesos, gracias Guadalajara por tu gran gastronomía”.
¿Ha llegado a sus oídos alguna expresión del rock latino?
Olsdal: “Voy a ser honesto. En Inglaterra se escucha poca música en español. Muy poca. Aun así hay bandas de México que me gustan, como Titán”.
Su música ha trascendido por mucho el mercado de rock anglosajón ¿Les sigue sorprendiendo esa fidelidad por parte del público hispanoparlante?
Olsdal: “Es una forma de arte que se comprende más allá del lenguaje. La gente baila, ríe, piensa y siente sin que las palabras se tengan que comprender necesariamente. La música funciona igual con un adulto que con un niño y nos encontramos muy satisfechos de explotar ese arte”.
Pero como lo mencionas, es arte y se expone a críticas. Con “Battle for the Sun” ustedes han tenido muchos comentarios en distintas direcciones, ¿los leen?
Steve: “Yo nunca leo eso. Hay un dicho muy practico en inglés: ‘Si no lees las críticas malas, tampoco leas las buenas’. Creo que siempre habrá críticas en ambas direcciones y es mejor no tomarse en serio lo positivo como tampoco hay que aferrarte a las malas”.
Olsdal: “Estoy de acuerdo con todo eso que dijo Steve (risas). Cada quien es libre de escribir lo que guste”.
El mundo de la música está sufriendo una transformación muy profunda en los últimos años. ¿Podría ser “Battle for the Sun” su último disco físico?
Olsdal: “No lo sé, es algo muy extraño, ahora es tan distinto y todo cambia tan rápido que decir que sí es arriesgado. Creo que Battle... será el último que se tenga posibilidades de venderse mejor o igual que en forma digital. Después, lo que suceda...”.
Steve: “No creo que desaparezca el disco, siempre habrá quien quiera tener algo físico en las manos, aunque sea por moda”.
Olsdal: “Sí, de acuerdo. Será algo más romántico y anticuado, pero la industria no volverá a ser igual”.
“La música funciona igual con un adulto que con un niño y nos encontramos muy satisfechos de explotar ese arte”
Stefan Olsdal, bajista de Placebo
EL INFORMADOR/ FRANCISCO GONZÁLEZ
Dos caras del rock
Babasónicos y Placebo suben de tono
Más de 10 mil asistentes corean los temas que las dos agrupaciones entregaron en el escenario de la Arena VFG
El día brindó un buen pronóstico a los fanáticos del rock el pasado martes. Minutos antes de que la adrenalina suba al interior del recinto de Carretera a Chapala, la luz del Sol todavía está presente. El aire campirano y la quietud que se vivió alrededor de la Arena VFG se perdieron de manera irremediable al caer la noche.
Una turba, compuesta por miles de jóvenes listos para el recital gratuito que se promocionaba bajo el eslogan de “otro concierto típico”, era imposible de ignorar. Pero había una trampa, porque de típico no tenía nada. Las dos bandas que pisaron el escenario, primero en Guadalajara y después en la capital del país, tienen un común denominador: ambas se engloban en el rock, pero hasta allí. Una, la del Sur, nació de la rica tradición de la música roquera argentina. La otra, de Inglaterra, emana del sofisticado sonido de la generación X.
Su sonido no se parece en nada. Podría decirse que son la antítesis de lo que se esperaría en un concierto “común”, pero lo que estaba por ocurrir sobre el escenario era un salvaje encuentro de sonidos.
Llegó el momento, las luces del recinto se apagaron pasadas las 21:00 horas. La música ambiental quedó silenciada ante la aparición de la primera banda de la noche. Los Babasónicos son viejos conocidos de la fanaticada tapatía. Quizás por eso interactuaron poco con la gente, ya los conocen. La agrupación se limitó a hablar con su música.
Adrián Dárgelos, el vocalista, parece tener un poder sobrenatural sobre el público. Su camisa de color pastel parecía diseñada para no perderse jamás en el escenario. Se paseó de lado a lado, llevándose el micrófono como si fuera una sonaja y azuzando al público. Microdancing y Pijamas, entre algunos más, fueron temas con los que “encendió” fuerte el ambiente que ya era suyo.
A lo largo de una hora hicieron una pormenorizada selección de sus mejores éxitos para brindarlos como si de bebidas energéticas se tratara. La gente se quedó pidiendo otra, pero había que guardar energías, faltaba todavía la presentación que reservaron para la capital del país.
Energía frenética
El escenario cimbró cuando Brian Molko asaltó con arrogancia el escenario. Sus fanáticos le perdonan cualquier desplante ante su genialidad. Hace casi tres años vino con Placebo a Guadalajara, al mismo escenario, pero con otra mentalidad. Ahora ha madurado y el rock que emanaba por sus poros era más áspero. Battle for the Sun su disco más reciente, es el ejemplo más perfecto de ello.
La mirada penetrante del vocalista que se reflejó en las enormes pantallas provocó un griterío brutal. La batería y las guitarras comenzaron a sonar de manera estridente. Son los mismos que con Meds, su material anterior, con el que conquistaron la Perla Tapatía, pero con una experiencia mucho mejor encausada. Ahora vienen por más.
“Gracias, buenas noches”, dijo Molko tras interpretar un par de canciones. El público entró en su bolsa, jugó con él mientras recorría el escenario, saltó, explotó con energía. Se le notó risueño. Sabía que hiciera lo que hiciera, la Arena VFG seguiría rindiéndole tributo a Placebo.
Pronto, su camisa blanca y chaleco negro se mojaron, la temperatura subió y los colores del rostro se le enrojecieron. Adentro de la Arena no había Sol, pero el ambiente estuvo que arde.
Al filo de la media noche el ruido se acabó y el silencio se hizo presente. Los sonidos de dos bandas con filosofías opuestas quedaron como un eco en el ambiente.
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