Entretenimiento
Paulina Rubio queda a deber
Lo mejor: la producción del espectáculo
Veinte minutos después de la hora pactada, la hija de Susana Dosamantes apareció en el ruedo del recinto, con un traje azul, lentes negros y la cabellera dorada ondeando de forma libre.
"Causa y efecto" fue el tema con el que decidió abrir. Tres canciones después, finalmente hizo una pausa para saludar, primero con el tradicional “¡Hola, Guadalajara! Buenas noches, ¿cómo están? Qué lindo que me hayan invitado a estas fiestas. Qué lujo tenerlos esta noche. Me encanta estar aquí, con tantos y tantos amigos, porque hace mucho no nos vemos. ¿Están listos? Nosotros venimos dispuestos a todo esta noche, ¡obvio!”, agregó la intérprete.
Pese a la efusividad de sus seguidores, Paulina Rubio ya no haría intervenciones prolongadas para interactuar con ellos, más allá de algún brindis, al recordar que se encontraba en la cuna del tequila.
Donde no quedó a deber Rubio fue en la producción del espectáculo. Un buen equipo de sonido, cañones de humo, luces multicolores y hasta confeti sirvieron para darle mayor impacto al "show".
"Ni una sola palabra", "Yo no soy esa mujer" y "El último adiós" fueron las canciones con las que decidió abrir el "show" “La Chica Dorada”, que se paseó por el escenario recibiendo los saludos de los fans y explicando de forma escueta el origen de cada tema.
La cantante le hizo espacio en su breve repertorio para cantar temas donde ella ha participado o covers, como "Golpes en el corazón" y 2Nada fue un error". "Dame otro tequila", "Ni rosas ni juguetes", "Te quise tanto" y "Mío" marcaron la madurez del concierto.
Y es que para sorpresa de los presentes, a una hora de haber comenzado el concierto y durante el tema Nada puede cambiarme, la "coach" de "La voz... México" comenzó a presentar a sus músicos y a despedirse del público. La lluvia de confeti y los constantes agradecimientos hacían sentir que el show se estaba acabando cuando apenas rebasaba la hora de haber iniciado.
Con el tema "Me gustas tanto", Paulina Rubio bajó el telón de su espectáculo y se dirigió velozmente a su camerino. Llegaron los tradicionales gritos de “¡Otra, otra!, ¡Paulina, Paulina!”... pero nada. En vez de regresar al escenario, se encendieron las luces del Palenque, y con ellas, las voces de protesta de los asistentes.
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