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PINOCHO

“Al mentiroso le crece la nariz” se convirtió en el eufemismo de niños y adultos a partir de la fantasía influyente del muñeco de aquel carpintero Gepeto

“Al mentiroso le crece la nariz” se convirtió en el eufemismo de niños y adultos a partir de la fantasía influyente del muñeco de aquel carpintero Gepeto, que cobra vida a todo color en la pantalla durante las postrimerías de los años veinte.

Walt Disney configuró la analogía del cuento, fabricando películas para la posteridad, en el lapso abierto de dos guerras; entre ellas Pinocho, que cumplirá setenta años de vida, aunque en el Cine no hay edad. Disney tuvo el acierto admirable y admirado de ser y estar en el momento preciso y contribuir a crear el sueño humano de la humildad al convertir en grandeza la figura en fortaleza ingenua y la amenaza en bondad.

El ciclo de nacimiento, florecimiento y decadencia es inexorable y la estatura de la empresa Disney también alcanzó la crisis financiera; ya sin el genio que prestó su talento a la unidad imprescindible en los tiempos de la depresión. El cuento no existe y el sueño amenaza la destrucción del Imperio Disney.

Pinocho, Cenicienta, Bambi, Blancanieves y más quedan en la historia grandiosa del Siglo XX como la expresión del pueblo emergente que dio y aún dinamiza la comunicación audiovisual; primero en el cine de pantalla grande y trasladado después a la doméstica  particular de la televisión.

Walt Disney, entre sus muchos aciertos tuvo el de fusionar lo antiguo a lo contemporáneo. Sus dibujos no tuvieron frontera y tampoco encontraron obstáculo infranqueable; a partir de la técnica, ahora calificable de rudimentaria, de construir el movimiento de los dibujos en animación, 24 cuadros por segundo, por artistas artesanos de la cinematografía. Hoy aquello está superado con los sistemas digitales dejando la imaginación plasmada en imágenes maravillosas.

Las abuelas todavía suelen soñar al lado de y con sus nietos, unidos por la fantasía sin edad ni término perecedero de la imaginación alimento de paz y tranquilidad anhelada por el ser humano a quien la edad no ahuyenta al niño que todos llevamos dentro.  Falta mucho aún por ver en cuanto al destino de Disney y Pinocho no dejará mentir, porque crece la nariz.

Dios nos guarde de la discordia.

Comentarios: sicpm@informador.com.mx
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