Entretenimiento
Manoella Torres experimenta en teatro
Aunque es la primera vez, pues ya trabajó con Manolo Fábregas, actuar en un monólogo, dice, es un reto distinto
Ya en el camerino, Manoella recuerda que Acaríciame fue vetada en la radio porque la letra le pareció demasiado fuerte “a ciertas personas”.
Eran los tiempos en que Manoella Torres estaba en los cuernos de la Luna, vendiendo discos como pan caliente, siendo literalmente una estrella más del Canal de las Estrellas y una destacada integrantes de Los Grandes de Siempre en Domingo, ese selecto club cuyas credenciales firmaba metafóricamente Raúl Velasco.
— ¿Qué edad tenías la primera vez que visitaste México?
— Seis años. Me trajo mi abuela, porque desde los cuatro le dije que iba a ser una estrella en México y me tomó la palabra. Ella ya había querido que mi mamá fuera una artista… y nada. Luego con mi tía… y nada. Entonces, cuando yo empecé a cantar de chiquitita, la abuela se volvió mi guía. Me metía a concursos, me promocionaba y me llevaba a teatros de Nueva York para ver y saludar a artistas mexicanos como Los Panchos, Cuco Sánchez, Lucha Villa y Pedro Armendáriz.
— ¿Cantaba Pedro Armendáriz?
— Ya no me acuerdo si cantaba o declamaba, pero me acuerdo que era muy alto y con unos ojos verdes maravillosos. A esa edad yo era muy extrovertida y una vez le dije: “¡Qué machote eres!”
— ¿O sea que México estaba en la palma de tu mano?
— Sí. La primera canción que grabé fue Cielito lindo, y no me refiero a un álbum profesional sino a un acetato de los que se hacían en una cabina donde tú ponías 25 centavos de dólar, cantabas y te llevabas tu disquito.
— ¿Te tocó la época en que El Patio (centro de espectáculos en la Ciudad de México) era el lugar de los artistas consagrados?
— Me tocó estar en el Casino Royale, con la hermosa orquesta de Pocho Pérez. Antes estuve en el salón Estelaris del Fiesta Palace, donde debuté profesionalmente, el 4 de febrero de 1972.
— ¿En algún momento se te subió la fama?
— La verdad, sí. Me creía mucho y me daba el lujo de llegar tarde a todos lados. Después entendí que no podía jugar con el tiempo de las otras personas. Aunque haya deseado el éxito desde muy pequeña, pero creo me llegó demasiado rápido.
— Y regresaste a Nueva York triunfadora al Madison Square Garden.
— Ahí estuve con Pedro Vargas, quien amablemente me invitó a hacer un dueto. También con Vicente Fernández, aunque cada quien hizo su show.
— ¿Cómo recuerdas tu visita al programa de Johnny Carson?
— Me acuerdo poco. Él era un hombre que sabía cómo sacarte las cosas siendo amable, bromista y hasta coquetón.
— Otro privilegio fue inaugurar el Teatro San Rafael, ¿así lo consideras?
— Fue un privilegio doble: trabajar con don Manolo Fábregas e inaugurar el Teatro San Rafael con Mi bella dama. Aquella fue una experiencia maravillosa pero muy dura. Yo tenía muchas presentaciones personales y por eso sólo tuve 15 días de ensayos para la obra. Los demás actores estuvieron ensayando tres meses. Don Manolo estaba muy enojado con mis representantes porque no le cumplieron el contrato y a pesar de todo fue muy lindo conmigo.
— ¿Qué tal ahora la experiencia en “Los monólogos…”?
— ¡Híjole! Cuando me lo propuso Morris Gilbert, dije: “No puedo, no puedo, no puedo”, y luego de hacer Mi bella dama brincar a algo tan intenso me parecía complicado.
Síguenos en