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Le Clézio revive el amor revolucionario de Diego y Frida

El ganador del Premio Nobel de Literatura recibe en Estocolmo el máximo galardón de las letras

ESTOCOLMO, SUECIA.- Él, pintor muralista, Diego Rivera (1886-1957), y ella, su musa y también artista, Frida Kahlo (1907-1954). Dos creadores unidos por las nuevas formas de amar y la fe en la Revolución Mexicana. La tormentosa y apasionada historia de amor de esta pareja fuera de lo común es relatada por el francés Jean-Marie Le Clézio (Niza, 1940) en el libro Diego y Frida, reeditado por Temas de Hoy con motivo de la concesión del Premio Nobel de Literatura a su autor, que recogió ayer el galardón de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia en una solemne ceremonia celebrada en Estocolmo.

En este título, traducido por Mauro Armiño, Le Clézio describe el primer choque de miradas, el dolor y la soledad de Frida Kahlo, acosada por la enfermedad y la desgracia, la fe en la Revolución, su encuentro con Trotski y Breton, la aventura americana, el papel de ambos en la renovación del mundo del arte… y su tormentosa historia de amor.

"La boda de un elefante y una paloma". Éste fue el comentario del padre de la pintora cuando ella le anunció su intención de casarse con Diego Rivera, uno
de los grandes artistas mexicanos de todos los tiempos.

Diego y Frida muestra, en el caso de ella, a una mujer frágil pero tenaz, rebelde, pintora iconoclasta; él es un hombre que le dobla la edad, un terrorífico coloso con reputación de devorador de mujeres, comunista y ateo, que "osa pintar frescos en los que incita a tomar los machetes y los fusiles para derrocar la trinidad demoníaca de México: la burguesía, el clero y la clase política".

Según el autor, "las imágenes que Diego y Frida nos han dejado son imágenes de amor, de búsqueda de la verdad, en las que la sensualidad se mezcla siempre con el sufrimiento, imágenes que siguen siendo igual de fuertes, igual de necesarias".

En su libro Diego y Frida, Le Clézio ofrece también un retrato del México de la época, "cuyo presidente es Porfirio Díaz, hay 15 hacendados cuyas propiedades cuentan con un millón de hectáreas. Estalla la revolución social, preludio de la de Rusia y que en poco tiempo generó un millón de muertos; sus líderes son Emiliano Zapata y Francisco Villa, que son violentos e incultos, como el pueblo mismo del que surgen".

Cuando sucede, Diego Rivera tiene 24 años y vive en París (Francia), desde donde aplaude los hechos. Frida Kahlo tiene tres años y reside en Coyoacán, en la Ciudad de México.

"Ni Frida ni Diego son intelectuales capaces de analizar las cosas y tomar decisiones basadas en la razón, sino que ambos son artistas, geniales, con egos desarrollados".

Rivera es "un hombretón voluminoso, devorador de mujeres, al que además no repugna nada de lo que se diga de él e incluso alimenta la leyenda, alegando que ha comido carne humana". El Nobel de Literatura destaca la importancia en la vida del muralista de su nodriza, la india Antonia, dada la neurastenia de su madre.

Frida Kahlo, por su parte, "parece atraer todos los males sobre su persona. Asombra su capacidad de supervivencia y su resistencia al dolor. Solo su tenacidad explica que lograra sobrevivir tras la poliomielitis que comenzó por padecer y que le dejó secuelas en una pierna y el accidente que sufrió cuando viajaba en un autobús, del que resultó con múltiples y graves lesiones".
 
El Nobel "indio"
Durante la ceremonia de entrega de los premios Nobel de Física, Química, Fisiología (Medicina), Economía y Literatura celebrada ayer en el Konserthuset (Sala de Conciertos) de Estocolmo, el profesor Horace Engdahl, secretario permanente de la Academia Sueca, destacó de Jean-Marie Le Clézio el cambio que supuso en su producción literaria el tiempo pasado en México y en América Central y el contacto con la cultura indígena.

"Descubrió que es realmente un indio, pero uno pobre", afirmó Engdahl, que también resaltó que "pocos autores han descrito de forma tan convincente cómo las culturas y lenguas mueren a regañadientes".
 
Viajero y académico
Jean-Marie Le Clézio nació en Niza en 1940. Cursó su enseñanza primaria y secundaria en el Liceo de Niza y continuó sus estudios en el Collège Littéraire Universitaire de la misma ciudad. Vivió en Inglaterra entre 1959 y 1960.

Desarrolló pronto una intensa labor académica que le llevó por diversas universidades de Bristol, Londres, Perpiñán, Bangkok, México, Boston, Austin y Albuquerque.

Su obra está marcada por sus viajes por todo el mundo (Europa, África del Norte y Tailandia) y los periodos que pasó en México, repartidos en 12 años, primero en la capital del país y Yucatán, después en Zamora, donde fue profesor e investigador invitado en El Colegio de Michoacán, y Angahuan, cerca del Paricutín.

Además del Nobel de Literatura, cuenta entre sus galardones con el Premio Renaudot (el más importante de las letras galas), que obtuvo con apenas 23 años por su obra Le procès verbal, y el Premio Paul Morand de la Academia Francesa por la obra Desert. De sus restantes libros cabe citar Onitsha, Pawana, La cuarenta y El pez dorado.
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