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Por costumbre el director arma sus historias entrelazando la presencia de escuincles traviesos de semblante tierno y simpático, jóvenes atractivos de sonrisa brillante, y viejos dignos y entrañables. La trama arranca con Pietro, un niño con orejas fabulosas y mirada expresiva, compitiendo al trompo en una calle de tierra. Cerca de ahí unos hombres juegan cartas. Uno de ellos llama al pequeño, pide que vaya a comprarle cigarrillos y le ofrece 20 liras de recompensa si los trae antes de que se seque la saliva de un escupitajo que lanza al piso. Tornatore aprovecha la carrera del crío a la tienda para desplegar una metáfora del tiempo y la memoria. El personaje acelera el paso y comienza a volar. Desde la altura observa la imagen completa del pueblo. El movimiento da curso a otra fábula, y el resultado del agitado viaje de compras del niño se retomará al final, en combinación con el sueño de otro muchachito para sugerir lo complejo de la existencia y los recuerdos. El resto de los acontecimientos son un conjunto de viñetas que llevan como hilo conductor la biografía de Peppino, un hombre de extracción humilde, dado a aprovechar las oportunidades y meterse en problemas.
Nadie retrata el sufrimiento y la pobreza con el humor amable con que lo hace Tornatore. El violento castigo a un estudiante por parte de una profesora es costumbrismo, quemar unos pellejos en el brasero para que los demás piensen que no se pasa hambre también lo es, o la agonía de un anciano en su lecho de muerte al que los vecinos le solicitan que salude a los familiares fallecidos, o la precaria boda de unos jóvenes amantes, o la insistente presencia de un hombre que compra dólares en la plaza del pueblo, o la de un personaje que escapa de las situaciones comprometedoras mutilándose. El paisaje más agreste, la persona más desaseada, el acto más vil, todo recibe un colorido almibarado que lo convierte abiertamente en algo más cercano ala fantasía que a la realidad. Tampoco falta el acompañamiento musical de Ennio
Morricone que traduce en melodías agradables el mismo espíritu superficial que nutre las imágenes y la historia.
Baarìa, Francia / Italia, 2009. Dirección y Guión: Giuseppe Tornatore. Actuación: Francesco Scianna, Margareth Madè, Ángela Molina, Salvatore Ficarra.
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