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Kinetoscopio

En el lugar equivocado

GUADALAJARA, JALISCO (11/JUL/2010).- Hay una película con Robert Redford titulada Brubaker (1980) que pierde gran parte de su capacidad de interesar luego de que, tras más de media hora, se revela que el nuevo preso de un anárquico penal en Arkansas es en realidad el recién nombrado carcelero en jefe que desea conocer de primera mano los problemas del presidio.

Los creadores de Celda 211 adoptan la misma táctica, pero colocan la sorpresa nomás arranca y quieren con eso cargar de preocupación al espectador, porque además no se trata de un acto voluntario ni de la presencia del director del presidio, sino de un simple centinela que acaba de contratarse. Juegan también otro as bajo la manga: un salto arbitrario hacia el futuro presenta un fragmento del testimonio de otro custodio, y el extracto sugiere la posibilidad de un desenlace fatídico. Así la película suma distinta clase de trucos de tipo narrativo, como dar espacio al pasado para explicar algo –por ejemplo el hecho de que uno de los protagonistas no traiga calzoncillos- o moverse al porvenir para sembrar sospechas –las declaraciones ante una comisión investigadora- o plantear situaciones paralelas para tensar la inquietud –el enfrentamiento fuera de la cárcel de los familiares y los antimotines. Tampoco faltan las artimañas dramáticas que imponen giros gratuitos en la acción, cambios radicales en la actitud de los personajes, o que tratan de recubrir los hechos con el barniz de un tenue discurso social consternado y acusador. Lo mismo se extiende al manejo visual en el que, convenientemente por momentos, el ángulo de cámara resulta poco favorable para captar la acción con claridad. Sin embargo, la combinación de inverosimilitudes y trucos gastados parece funcionar bien. La trama queda por debajo de sus posibilidades, sólo que se desarrolla con un ritmo vigoroso y no deja lugar para reflexionar sobre lo que se está contemplando.

Respecto a los dos personajes centrales, el director plantea sus transformaciones como procesos inversos. El que en el inicio es un gandul despiadado, de apariencia musculosa y amenazante, con cuello de toro, y voz tronante, se vuelve un hombre hasta cierto punto desconcertado y de actitud fraternal. A su vez, quien de entrada se propone como un desprotegido, víctima de las circunstancias, adquiere poco a poco el deseo de sangre y violencia.

Como es común en una buena parte de las películas que tocan el tema de la cárcel, se refrenda la noción de que tanto los celadores como los delincuentes se encuentran atrapados por un sistema que cede con facilidad al abuso y la crueldad, y abandona rápidamente los ideales de readaptación social.

Celda 211, España/ Francia, 2009. Dirección: Daniel Monzón. Guión: Jorge Guerricaechevarría, Daniel Monzón, a partir de un libro de Francisco Pérez Gandul. Actuación: Luis Tosar, Alberto Amann, Antonio Resines, Marta Etura
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