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GUADALAJARA, JALISCO (24/MAY/2010).- ''Los perdedores'' comienza sin pretensiones y termina del mismo modo. Lo que ocurre en el medio es una película de acción decorada con explosiones, tiroteos y combates cuerpo a cuerpo, en cierto modo absurdos y ocurrentes. Por ejemplo, una mujer se liga a un tipo en una cantina de mala muerte -esa parte sucede en Bolivia- y, provistos de una botella de licor, van a dar al sórdido cuarto de hotel del hombre. Antes que nada ella le pide pasar al baño. Frente al espejo hace estiramientos de gimnasia. Mientras tanto él, con calma,  también se ejercita. Luego en vez de besos y abrazos, la situación desemboca en una pelea salvaje, que termina incendiando el sitio. Lo curioso es que la chica es tan flaca que pareciera que el viento puede arrastrarla, pero su ataque despliega una fiereza inusitada. La escena es al mismo tiempo varias cosas, tanto la evocación indirecta de la atracción erótica que sienten, como la forma en que se sella un pacto de negocios; después de eso los personajes se agarran confianza. Ese tipo de disparates puntean toda la trama, y dan lugar a un ánimo bromista que se expresa en el curso de los hechos escenificados, o en la conducta de los personajes, o en los diálogos.

La cinta adapta una historieta medio olvidada de la que sólo se publicaron 32 episodios, que tenía un villano interesado en el petróleo del Medio Oriente. Para actualizarla, los guionistas modificaron los intereses políticos del antagonista, lo que dio resultados peculiares. Aunque se conservan alusiones a los árabes, como sucede en el tramo inicial con la presencia del capo boliviano del narcotráfico llamado delirantemente Al-Fadhil, ahora el rival más peligroso deriva en una caricatura digna de formar parte de los contrincantes de James Bond. Es fundamentalmente malo, ambicioso, dicharachero, astuto y ubicuo. Una especie de alto ejecutivo que porta orgullosamente en la solapa de sus sacos un distintivo con la bandera de los Estados Unidos, y tiene por objetivo realizar un ataque terrorista, para que su país se apodere del mundo mediante la guerra. Ese individuo representa todo lo avaricioso y equivocado de la política exterior norteamericana, y canaliza la visión de una parte de la mentalidad popular que determinó que George W. Bush, Ronald Rumsfeld y Dick Cheney, fueron siniestros conspiradores.

El director, cuya anterior película fue un musical, resuelve con buen ritmo el desarrollo del argumento, e imprime en las secuencias de acción un estilo parecido a una mezcla de lo que hacen Tony Scott y Guy Ritchie. Cortes frenéticos, tomas de cámara lenta, colorido chillón, actores engreídos, acrobacias pasmosas, imágenes que ofrecen la visión de la escena desde un ángulo insólito.   

Los perdedores (The Losers), EUA, 2010; Dirección: Sylvain White; Guión: Peter Berg, James Vanderbilt, a partir de la historieta de Andy Diggle; Actuación: Jeffrey Dean Morgan, Zoe Saldaña, Chris Evans, Idris Elba, Columbus Short, Jasón Patric, Oscar Jaenada.
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