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Kinetoscopio

Más ficción que realidad

La gran mayoría de las personas no saben a ciencia cierta que fue. Los que lo vivieron posiblemente ni lo recuerdan con claridad. Pero la leyenda afirma que el festival de Woodstock fueron "tres días de amor, paz, y música".

El gigantesco documental de Michael Waldleigh ayudó a conservar en mi generación la impresión de que se trató de la expresión más alta del movimiento de contracultura de los años SESENTA. Janis Joplin, The Who, Joe Cocker, Joan Baez, Crosby Stills y Nash, Santana, Jimi Hendrix, Jefferson Airplane, The Grateful Dead, Creedence Clarwater Revival, Richie Havens, Ravi Shankar, Johnny Winter, Blood, Sweat & Tears, y varios más, se presentaron día y noche a campo abierto, ante cerca de medio millón de jóvenes que la tradición designa simplificadoramente como hipPíes. 

Cuando esto sucedió Ang Lee tenía 15 años y vivía en Asia. Ahora, 40 años después convertido en cineasta presenta Bienvenido a Woodstock como una conmemoración indirecta, pues intenta una crónica simpática de las acciones y los personajes que hicieron posible el festival.

Sin embargo, más que fijarse en los organizadores pone atención a los granjeros y pobladores de Bethel, estado de Nueva York, lugar que gracias a un golpe de suerte, según la película, pasó a formar parte de la historia del siglo veinte.

Los personajes que traza el realizador ceden, en más de una ocasión, su personalidad al estereotipo. Haya un excombatiente de Vietnam medio loco y abrumado por pesadillas, un grupo teatral de muchachos alivianados que con el menor pretexto se quitan la ropa, unos mafiosos de pacotilla que venden protección, un ex marine travestido que se encarga de la seguridad, y un muy obvio pueblerino receloso que encabeza la oposición al festival.

El protagonista es un joven decorador gay, que debido a la inseguridad que le causa su tendencia sexual, abandona la Gran Manzana para refugiarse en el pueblo donde viven sus padres y darse cuenta que en ese ambiente su condición de judío lo expone a otra variante de hostilidad social.

En su apariencia encontramos repetidas la idea de que un actor narizón expresa con ese solo hecho un origen racial, y que una actitud adusta sumada al uso de ropa formal informa de sus inclinaciones reprimidas. Nada de esto sería importante si la trama en su conjunto le diera la fuerza suficiente para ser el centro de la turbulencia que se narra. No obstante todo acaba siendo un revoltijo en el que un tipo poco interesante, con unos padres maniáticos, hace una llamada telefónica muy afortunada.

En general el director adopta su característico estilo visual sobrio, aunque se permite muy contadamente algunas florituras. En recuerdo de las técnicas usadas en el documental a veces divide la pantalla, y en el inicio transforma el logotipo de la compañía productora en un calidoscopio digno del colorido hippie.  

Bienvenido a Woodstock (Taking Woodstock), EUA, 2009; Dirección: Ang Lee; Guión: James Schamus, basado en el libro de Elliot Tiber y Tom Monte; Actuación: Demetri Martín, Henry Goodman, Imelda Satunton.
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