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Kinetoscopio

El hombre de las circunstancias

Hará unas cuantas semanas que Oliver Stone apareció en las noticias ligado al nombre del presidente venezolano Hugo Chávez, por el estreno de un documental suyo en el festival de Venecia que capta la personalidad de aquél mandatario.

De Stone se dicen muchas cosas: que es un incorregible, que gusta enfrentarse al sistema político, que también acostumbra desafiar al régimen comercial que somete al cine de su país, y hasta que es un buen director. En mayor medida todas esas observaciones son ciertas y quedan refrendadas en la película que acaba de llegar a la cartelera de Guadalajara: Hijo de...Bush (todavía no acabo de imaginar cómo piensa el comité que decide las traducciones de los títulos). Por el nombre se puede esperar una sátira, que no lo es, y por los antecedentes del cineasta, una visión demoledora del recién salido gobernante de los Estados Unidos, cosa que tampoco parece ocurrir. Por supuesto que la película presenta a George W. Bush como un hombre incompetente para el puesto que le tocó, por supuesto que pone en evidencia la camarilla de chacales y tiburones que le acompañó en el mando y que manipularon a su provecho las decisiones gubernamentales. Mas el enfoque que prevalece está más cerca de la tragedia griega, para la cual el destino siempre resulta más poderoso que cualquier esfuerzo de la voluntad humana.

La cinta no sigue una cronología precisa. Pasa libremente del presente, representado por los tiempos de la presidencia, al pasado, recreando la juventud y relaciones familiares del personaje, y su imprevista carrera política. A la vez una fantasía del protagonista enmarca ese desmontaje de épocas. Bush vestido de beisbolista ante un estadio vacío en el que sin embargo se escucha el vocerío de una multitud entusiasmada. Esos segmentos, que abren y cierran el argumento, dan a entender como en su fuero interno el presidente se encontraba en un ámbito muy distinto al de la Casa Blanca.

Aunque la película no aporta información nueva sobre el modo en que se tomaron las decisiones políticas, sí resulta muy impresionante la reconstrucción de ciertos momentos clave. Una escena por ejemplo muestra con pasmosa verosimilitud la reunión de donde surgió el término “eje del mal” que se usó como lema para impulsar una invasión. Otra hace patente la torpeza que caracterizó al personaje de un modo casi cómico; Dick Cheney le pasa a firmar el memorando que autoriza la tortura, luego de rubricarlo, se lo regresa y le dice: pero nosotros no torturamos. Lo interesante es que el director no plasma un sentido de crueldad ni de malicia en esas palabras, en cambio la aparente ingenuidad que reboza su conducta vuelve el momento mucho más escalofriante.  

Ahora, la trama de esta película duele y fastidia, pero pienso que al evitar la burla fácil, o la denuncia airada, que el caso ameritaba, Oliver Stone logró algo de un valor más perdurable.

Hijo de...Bush (W.), EU, 2008 / Dirección: Oliver Stone / Guión: Stanley Weiser / Actuación: Josh Brolin, Richard Deyfuss, James Cromwell, Scott Glenn, Jeffrey Wright
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