Entretenimiento

Kinetoscopio

Fábula deprimente

Desierto adentro es la expresión más acabada de una variante del folclorismo cinematográfico que caracteriza con regularidad las producciones del tercer mundo. Su tema es lúgubre, y su tono ceremonioso y perentorio. En lugar de la celebración ligera de las tradiciones nos encontramos con el tratamiento truculento de asuntos “fuertes y profundos”: delirio religioso, incesto, suicidio, matanzas. Todo adquiere sentido si lo pensamos como una alegoría en clave de realismo fantástico latinoamericano; por algo será que uno de los protagonistas se llama Aureliano, nombre emblemático en la novela más famosa de Gabriel García Márquez. O si lo tomamos por la ilustración directa de una sentencia de Bertrand Russell que sostiene que las religiones además de falsas son dañinas.

Ya en su anterior película –La zona- tanto la guionista como el director mostraron que podían entregarse con facilidad a la elaboración de parábolas sociales o antropológicas. Esta vez fueron un poco más lejos y desnudaron la trama de cualquier posibilidad de ser comprendida con relación a una realidad específica.

Ofuscado por sus creencias, el conflicto político que lo alcanza, y su crítica situación familiar, Elías siente que pesa sobre él y su descendencia una maldición divina. Por eso decide aislarse de la civilización y dedicarse a reparar su relación personal con Dios. En su ocurrencia acarrea también a sus hijos hasta un lugar en el desierto, donde se establecen y, cual pintoresco Fitzcarraldo del petate, emprende la construcción de un templo para desagraviar a su Señor. A los que nos falta sensibilidad e imaginación para aceptar esa clase de metáforas siempre nos brotan preguntas banales.

¿De qué manera logran sobrevivir tantos años en un sitio tan inadecuado a la vida? ¿Cómo obtienen los recursos para llevar a cabo su caprichosa obra? Por supuesto que a ninguno de los creadores les pareció necesario responder a tales simplezas. Sin embargo, tampoco como teólogo o como pensador, el director está a la altura de sus ambiciones temáticas. Más bien, sus soluciones dramáticas y narrativas están cargadas de la susceptibilidad propia del “mexican curious” que se traduce, más allá de una fotografía cuidada y la presencia de rancheros típicos de calzón de manta y sombrero raídos, en la inserción de pasajes de dibujos animados que imitan los retablos populares. El procedimiento parece ayudar a instalar el argumento en los ámbitos de expresión de las consejas y de la idiosincrasia del pueblo, y busca ser un contrapeso ingenuo y lindo al comportamiento tremebundo de los personajes.

Ante la falta de mejores ideas la película se vuelve un rosario de desgracias y desemboca en una forzada tragedia cargada de actuaciones rutinarias y tics melodramáticos que olvidan dar cuenta cabal de la neurosis compulsiva que retrataban. De remate, para que nos quede claro que es una obra trascendente, se nos obsequia una cita de Nietzche.  

Desierto adentro, México, 2007; Dirección: Rodrigo Plá; Guión: Laura Santullo, Rodrigo Plá; Actuación: Mario Zaragoza, Luis Fernando Peña, Diego Cataño, Jimena Ayala, Eileen Yánez.

 
Síguenos en

Temas

Sigue navegando