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Kinetoscopio

Madre en problemas

El sustituto es la reseña asfixiante de una acumulación de atrocidades manufacturada con ostensible refinamiento fotográfico. Si el esplendor de las imágenes parece excesivo, lo es por contraste directo con lo que muestran. La degradación de una persona inocente por obra de la institución que existe para cuidar que tal cosa no suceda, me refiero a la policía. Ya Alfred Hitchcock en El hombre equivocado (1956) delineó la maquinaria hostil que se pone en marcha en esos casos. Clint Eastwood además de repasar el tema, emprende el retrato de la época que va de fines de los años 20 a mediados de los 30,y la reivindicación de las ventajas de una sociedad democrática como la estadounidense, que ofrece a los ciudadanos los cauces para corregir el funcionamiento de los organismo del estado. Ambos elementos se mantienen de fondo pero acaban siendo más relevantes, atractivos o contundentes que la trama central.

La imaginativa recreación de Los Ángeles evoca una era determinada gracias a la presencia de ciertos artefactos. Las vistas de las calles destacan la presencia de los tranvías. La protagonista trabaja en una central telefónica en donde un numeroso grupo de mujeres operan con alboroto y agilidad un enorme conmutador de clavijas. Un pastor protestante tiene un programa de radio, y el aparatoso transmisor de ondas hertzianas ocupa un buen espacio de su parroquia. Hay otro tipo de detalles igual de efectivos para consolidar esa ambientación del pasado. Algunos son suministrados por una discreta nostalgia cinéfila, que hace a los personajes interesarse por el estreno de una nueva cinta de Chaplin, o entablar apuestas sobre los ganadores de los premios Oscar. También se observan actividades que han desaparecido como el caso del repartidor de leche que surte las casas temprano por la mañana. Ese deseo de que el espectador se sumerja en el ayer, de que la película sea una especie de viaje en el tiempo, se subraya con una convención reconocible por cualquiera. En el inicio la fotografía transita paulatinamente del blanco y negro al color, a su vez, en el final se decolora todo.

En oposición al uso habitual de mecanismos que señalan la llegada de una modernidad, y parecen facilitar la existencia de las personas, el filme coloca los procedimientos policíacos y la práctica científica. Los primeros los exhibe faltos de cualquier actitud razonable y bien predispuestos a la represión y al crimen. La imagen de los científicos tampoco es muy positiva, los pocos que intervienen en la trama son charlatanes o nefastos torturadores.

Es en el terreno ideológico donde el drama juega mas fuerte y en mi opinión pierde la apuesta. Proporciona una visión simplificadora de los hechos históricos, del activismo civil, de la presión de los medios, y de las estructuras de justicia, dado que, como se nos presenta, la lucha de una madre soltera abusada que desemboca en una reforma social de gran escala es, en el mejor de los casos, esquemática, cuando no tan solo absurda.
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