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Kinetoscopio

Creciendo con revolucionarios

En varias ocasiones, y no con mala fortuna, el cine francés ha observado el mundo desde la perspectiva de los niños. Cero en conducta (1933), Juegos prohibidos (1951), Los cuatrocientos golpes (1959), Zazie en el metro (1960), Adiós a los niños (1987), Ponette (1996), son algunos de los títulos más sobresalientes de tan curiosa tradición. Desde ahora, y sin ningún recelo, agregaré a esa lista La culpa la tiene Fidel.

Mientras sus amigos juegan a policías y ladrones, la pequeña Ana, de nueve años, enfrenta los trastornos en su estilo de vida, que le provoca el repentino compromiso ideológico que sus padres asumen muy tajantemente. La familia abandona el lujo de una casa con jardín por la sencillez de un modesto departamento que se ve de continuo abarrotado de hombres que fuman, tienen barbas descuidadas, y alegan sobre solidaridad, redistribución de la riqueza y otros temas de urgencia social. Son los comienzos de los años 70 con el triunfo de Salvador Allende en Chile, con marchas contra la guerra en Vietnam, con los reclamos del feminismo, y la exigencia de una nueva actitud hacia la sexualidad. Acontecimientos que están integrados con perspicacia en la trama y proporcionan pretextos dramáticos muy astutos para tensar los lazos que unen a los personajes.  

Será demasiado fácil entender la película como un simple cuento moral, una alegoría que compara el conservadurismo con la infancia, y el despertar político con la madurez emocional. Ese mensaje implícito levantará alguna polvareda, pero la evidencia nos muestra que la realizadora Julie Gavras sabe como encuadrar perfectamente la moraleja ideológica en un relato audiovisual atractivo y convincente.  

En este tipo de argumentos existe el riesgo, bastante inminente, de ceder a un cinismo satírico la representación del personaje infantil que ambiciona que su mundo vuelva a girar en torno a los valores que mejor le acomodan. Pero la directora consigue que la pequeña actriz haga patente una sensación de frustración, con eso remueve cualquier sesgo fácil de comedia, y a la vez lleva al espectador a tomarse en serio la intensidad de la niña, y no simpatizar con su egoísmo. La forma vívida e intima en que retrata el coraje y la confusión de Ana expresa artísticamente las impresiones de la pequeña aprisionada por las emociones y los problemas de los adultos.  

Por lo mismo, resulta certero que Gavras no idealiza a los padres enganchados en sus ideas radicales. Los muestra queriendo hacer lo correcto pero afectados por el enojo, la negligencia, el afán impugnador, y obstinados en alcanzar a como de lugar sus nuevos propósitos.
Pocas veces un panfleto político acaba siendo tan encantador como este.

La culpa la tiene Fidel (La faute à Fidel!), Francia, 2006; Dirección: Julie Gavras; Guión: Arnaud Cathrine, Julie Gavras, a partir de una novela de Domitilla Calamai; Actuación: Nina Kervel-Bey, Julie Depardieu, Stefano Accorsi.
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