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Muchos secretos

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La desconocida es, aparentemente, un cambio de rumbo para el director Giuseppe Tonatore, quien se manifestaba más atento a la fuerza sentimental de sus películas, por lo que, en más de una ocasión, tendió a fatigar con ternuras al espectador. Su cinta más celebrada (Cinema Paraíso) combinó los encantos de un niño simpático, un ciego bondadoso, un romance juvenil, y una atmósfera pueblerina que invitaba la nostalgia. Sin embargo, aún esa película tan dulce tenía en su origen una intención distinta, y quien haya visto la “versión del director” en DVD, sabe la capacidad que tiene el realizador para plantear melodramas menos indulgentes. No es extraño, por lo tanto, descubrir que vuelve sobre historias que tratan de secretos, de cosas que se guardaron por años o que se ocultan a los demás, y del momento en la vida en que es imperioso saldar cuentas con el pasado. Temas que, por cierto, bajo cierto tratamiento se prestan bastante bien al suspenso.

En vez de construir el clima misterioso poco a poco, Tornatore lo emplaza desde el inicio, en una escena en la que unos personajes se dejan ver, pero se muestran usando máscaras, y otros no se ven, solo dan órdenes, y aparecen en penumbra o vislumbrando la acción desde una mirilla en la pared. La situación es incómoda y denigrante. De ahí se siguen los pasos de una mujer que actúa con un designio claro aunque impenetrable para el espectador, lo que da pie al punto de principal interés: qué se propone y por qué.

Como el personaje central no revela sus intenciones, sus conversaciones poco sirven para encontrar pistas de lo que pasa. Por ello buena parte de la tensión depende de la mirada intranquila de la actriz y de la música que subraya, e indica con más precisión, qué ocurre en la escena. Hay que reconocer que se corre un riesgo al trazar de ese modo a la protagonista, pues la mujer juega un papel doble, debe ser el motivo que invita a la empatía del espectador, pero a la vez inspira desconfianza, al menos durante los primeros segmentos de la trama.

También hasta casi la mitad de la película abundan las situaciones típicas, que son  propicias para infundir nerviosismo. En una, la mujer decide sustraer unas llaves del bolso de una recién conocida con la que asiste al cine. Durante la función se hace del llavero, se disculpa por un momento y sale corriendo a una ferretería, donde le ocurren una serie de contratiempos. Una  vez que los resuelve, y que parece que todo va a pasar inadvertido, se encuentra con una nueva complicación. En otra, la vemos deslizarse al interior de un departamento que supone vacío, con la consabida sorpresa de que llega alguien, ella debe esconderse y después escabullirse. En otra, se pone a registrar un closet mientras la persona que la acompaña sale unos minutos de la habitación.
Hacia el final, como es debido se despejan la mayor parte de las dudas, pero queda en el recuerdo el suspenso.

La desconocida  (La Sconosciuta), Francia/Italia, 2006;Dirección y Guión: Giuseppe Tornatore; Actuación: Xenia Rappaport, Michele Placido, Clara Dossena, Claudia Guerini.
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