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Kinetoscopio

Caballos y sombreros

La dramaturgia de las películas de vaqueros contiene diversas situaciones obligatorias que a la vez que dan identidad a la trama ponen a prueba las destrezas creativas de sus realizadores. Los tiroteos, la incursión en el territorio indio, las escenas de la cantina transformada en el centro de toda corrupción y vicios de que es capaz el ser humano, son algunos ejemplos de esos momentos ineludibles aún para el cine contemporáneo. Entre la vida y la muerte los recorre todos sin titubeos y de modo admirable, incluso se da oportunidad de incorporar a ellos algunos detalles nuevos.

Por supuesto que la trama presenta las exageraciones propias del caso, por algo la expresión: cuéntame una de vaqueros, reconoce de antemano las distorsiones de lo que se relata. Así tenemos pistoleros ágiles en ambos lados de la ley, cuyas manos son más rápidas que la vista. Pero los personajes poseen rasgos inesperados que no carecen de buen humor.

El alguacil tartamudea buscando palabras que resulten adecuadas y bien dichas, en cambio el villano llega en más de una ocasión a demostrar una elocuencia y una dicción impecable. Ese tipo de pinceladas imprevistas las encontramos en otras partes, como en el momento en que el alguacil conversa por primera vez con la dama recién llegada al pueblo, cuando con toda franqueza le pregunta si no es prostituta, y ella con algún recato toma con gracia el comentario. También hay partes que logran su efecto transformando el desarrollo dramático de la escena en una expresión de las emociones contradictorias de los personajes. Uno de esos momentos involucra a uno de los protagonistas que aparentemente humillado por una charla, decide descargar su frustración con un cliente de la cantina.     

Sergio Leone, quien supo bastante del tema de los vaqueros, pues fue el propulsor del “espagueti western”, decía que el principal problema estético de esas cintas pertenece menos al ámbito dramático que al visual: ¿cómo encuadrar los sombreros y los traseros de los caballos de manera que resulten interesantes y no estorben a lo que se debe atender como importante en las imágenes?

Ed Harris y su fotógrafo Dean Semler abordan la cuestión mediante el sistema Panavisión que da por resultado una amplitud horizontal que les permite además de acomodar adecuadamente los traseros y los sombreros, captar en toda su extensión los paisajes y plantear una gran cantidad de composiciones fotográficas muy atractivas a las vista.

Ese recurso, bien aprovechado por el director, le ofrece también la posibilidad de colocar a sus dos personajes protagonistas en un juego constante de posiciones y movimientos dentro del plano, dando a entender desde la primera vez que se les ve que actúan unidos por un vínculo que está más allá de su conducta consciente.

Entre la vida y la muerte (Appaloosa), EUA, 2008. Dirección Ed Harris. Guión: Robert Knott, Ed Harris, a partir de una novela de Robert Parker. Actuación: Ed Harris, Viggo Mortensen, Jeremy Irons y Renée Zellweger.
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