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Kinetos Por: Guillermo Vaidovits

Mimetismo

Kinetos Por: Guillermo Vaidovits
Con Bajo la sal, la capacidad de imitación del cine mexicano ha llegado a su nivel más alto y refinado hasta el momento.  En su intento anterior la compañía Warner Brothers produjo un bodrio melodramático titulado Efectos secundarios, ahora con bastante más fortuna logró elaborar un thriller, término por demás esquivo y vago pero que en su acepción sajona más frecuente meramente se refiere a una trama con policías y criminales que juega con el suspenso de las situaciones.

Para el director ese concepto implica retratar el ambiente con un cromatismo frío y mortecino, que los actores conserven un rostro arisco, y repetir pasajes o detalles que ha visto, o admira. en otras películas del género. En cuanto al desarrollo del argumento significa que en el inicio se plantea un misterio siniestro y al final se dan las explicaciones necesarias para volverlo convincente, que no necesariamente lógico y sorprendente.

Como elemento original la película presenta una subtrama interpretada por muñecos Barbie y Ken, que resulta una especie de versión paródica de los lugares comunes del cine de psicópatas y tortura. Estos pasajes son tan brillantes como superfluos dado que no contribuyen en nada a la comprensión de la historia central, y solo funcionan como distracción para retrasar el desenlace.

Si dividiéramos todo lo que acontece en tres actos, el que parecería más sólido es el primero, y el más desastrado sería el tercero. Ese desequilibrio es resultado, en parte, de un afán de conservar oculta a toda costa la personalidad del antagonista, y con ello causar la impresión de que el peligro y la maldad que acechan son mayores que cualquier capacidad de investigación o posibilidad de justicia. Así además de los segmentos con muñequitos nos encontramos esporádicamente con momentos aún más arbitrarios como la alucinación del dueño de la funeraria cuando intenta embalsamar un cuerpo, que no tiene ningún otro objetivo que el de patrocinar un susto en un punto en donde tangiblemente la cosas perdieron tensión y ya no hay avance. Otras partes pretenden ser más escabrosas e igualmente gratuitas, así de pronto nos ofrecen una revelación supuestamente “fuerte” de la naturaleza velada de un personaje inocente, al que vemos transformarse en una muy poco gustosa bailarina de un table dance llanero.

Hablando del antagonista, se sigue un procedimiento bien conocido para perfilarlo, aunque no estoy seguro que sea el más acertado. De entrada es uno de los personajes con menos apariciones, y cuando a veces asoma por la historia, el director se cuida de no señalarlo como sospechoso. Por eso es que, apenas en el último tramo, los guionistas le brindan la oportunidad, y la obligación, de explayar su vileza, exterminando a cuanto personajes se entrometa en sus planes y explicando las inciertas motivaciones de su conducta ante una  espantada víctima inmovilizada y amordazada.   

Bajo la sal, México, 2008; Dirección: Mario Muñoz; Guión: Ángel Pulido, Mario Muñoz; Actuación: Humberto Zurita, Ricardo Polanco, Emilio Guerrero, Irene Azuela.

 
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