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Juan Marsé puede presumir ya el Premio Cervantes

El nuevo Cervantes señaló que la literatura “no tiene nada que ver con los premios”, pero se mostró ilusionado con el galardón

MADRID ESPAÑA.- Tras unos años como favorito y quedarse en el intento, el escritor español Juan Marsé (Barcelona, 1933) ya puede presumir de tener el Premio Cervantes 2008, el más importante de las letras hispanas, dotado con 125 mil euros. El autor de Últimas tardes con Teresa y Rabos de lagartija, entre otras obras, dijo ayer en una rueda de prensa que el dinero del premio se lo gastará “en vino y mujeres”.

El nuevo Cervantes señaló también que la literatura “no tiene nada que ver con los premios”, pero se mostró ilusionado con el galardón, que ha sido una “sorpresa relativa”, porque sabía que era finalista. Añadió que mientras se anunciaba el premio estaba en la consulta del cardiólogo, que le notó algo nervioso. No supo la noticia hasta que, de vuelta a casa, se lo anunciaron los periodistas que le esperaban en la puerta.
Para él, el Premio Cervantes “tiene mucho prestigio y, después, tiene una dotación económica muy importante”.

El escritor, autodidacta, nació como Juan Faneca y recibió el apellido Marsé de la familia que lo adoptó tras fallecer su madre en el parto. Solo pudo cursar estudios elementales ya que, a los 13 años, tuvo que entrar de aprendiz en un taller de joyería para ayudar a su familia. El padre estaba en prisión por comulgar con la izquierda catalana.

Comenzó con los relatos breves que aparecían en revistas y en 1960 publicó Encerrados con un solo juguete, su primera novela. Ese mismo año, se fue a París y allí recaló en un departamento del Instituto Pasteur, donde conoció al biólogo Jacques Monod, un premio Nobel que le influyó para ingresar en el Partido Comunista, en el que militó durante cuatro años. “Me hice del Partido Comunista de España en París no por Monod, sino porque era el único que hacía algo contra Franco. Luego me separé por una cuestión de intransigencia”.

Marsé, quien por fin puede quitarse de encima la etiqueta de eterno “candidato” al Premio Cervantes, aseguraba en una entrevista que las distinciones son importantes sobre todo cuando se está empezando, “porque te dan tiempo para trabajar y te dan confianza”, aunque “en ocasiones, no tienen nada que ver con la literatura, sino con la venta de libros”.

Seguro que no pensará lo mismo de este galardón, concedido “por su decidida vocación por la escritura y por su capacidad para reflejar la España de la posguerra”.
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