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'Indies', los nuevos marginales de YouTube

Las asociaciones de disqueras independientes acusan a la página de videos de querer bloquear la música de sus artistas

GUADALAJARA, JALISCO (23/JUN/2014).- Hay muchísimos ejemplos sobre este tema, pero los nombres de Adele, Vampire Weekend, Jack White y Arctic Monkeys son los que han surgido en notas periodísticas recientes. A principios de la semana pasada, sus fanáticos comenzaron a inquietarse ante la amenaza de que la música de estos artistas —entre otros miles— podría desaparecer de la faz de YouTube.

Los cuatro artistas musicales tienen en común que son globalmente conocidos, que sus videos acumulan millones de vistas y que están cobijados por sellos discográficos que se autodenominan independientes o “indies”, es decir, que no pertenecen a las grandes compañías transnacionales de la música como Sony Music, Warner o Universal.

En el caso de Adele, Vampire Weekend y Jack White se trata de XL Recordings, mientras que Artic Monkeys está fichado por Domino Records. Las dos disqueras forman parte de la Asociación Americana de Música Independiente (A2IM es su acrónimo en inglés), que a su vez es miembro de la Red Global Independiente (WIN) junto con 19 organizaciones provenientes de diferentes países; ninguna de México.

Cada una de esas asociaciones puede integrar una abrumadora cantidad de sellos, aunque es probable que los artistas más exitosos sean los fichados por los norteamericanos, por lo que los mismos ejemplos continúan apareciendo una y otra vez.

¿Pero, por qué alguien quitaría a estos artistas de YouTube? Hasta ahora, lo único que se sabe a ciencia cierta es que el sitio web de videos planea lanzar su servicio de música en streaming este año, de acuerdo con su CEO, Robert Kyncl, entrevistado por el diario Financial Times.

“El nuevo servicio premium de YouTube permitirá a los usuarios pagar una pequeña cantidad mensual para ver videos o escuchar música sin anuncios en cualquier dispositivo, incluso si no están conectados a internet”, dice el artículo.

Este cambio implica alcanzar acuerdos con los poseedores de los derechos de la música para que éstos puedan obtener regalías por cada escucha de sus canciones, como lo hacen otros servicios de streaming.

¿Y qué tiene que ver eso con quitar los videos de Adele? Pues que tanto la WIN como la A2IM alzaron la voz en nombre de los sellos discográficos independientes señalando que YouTube está negociando jugosos contratos con las compañías disqueras más grandes y en cambio, a ellos les está ofreciendo condiciones injustas. Aseguran que la directiva de la página de videos les advirtió que si no se ponen de acuerdo, “en cuestión de días o semanas” darán de baja su música tanto del servicio nuevo de streaming como del YouTube gratuito, el tradicional, el de siempre.

La revista Billboard explica que YouTube tomará esa determinación porque los suscriptores que pagan para no escuchar anuncios se molestarán si no tienen en el catálogo premium los mismos artistas que están en la opción con publicidad.

Con todas las disqueras se deberá revisar caso por caso y país por país. Porque por ejemplo, los derechos de distribución de Adele en Estados Unidos son operados por Columbia Records, filial de Sony, y no por XL Recordings. Además, los videos hechos por fans con canciones de sus artistas preferidos que se suben a YouTube y no se monetizan no tienen por qué ser bloqueados. Igualmente, los canales administrados por Vevo —una empresa independiente a YouTube que también forma parte de Google— tampoco podrán ser dados de baja. Todavía faltan muchas piezas en el rompecabezas.

EL AUGE DEL STREAMING

Antes de internet, la palabra en inglés streaming significaba simplemente “transmisión”. Pero desde el surgimiento de plataformas digitales como Spotify, Pandora y Beats Radio, ahora streaming se usa para definir la distribución de contenido multimedia —principalmente audio y video— a través de una red de computadoras, de manera que el usuario consume el producto en paralelo mientras se descarga temporalmente en un búfer de datos, sin necesidad de hacer una copia en su disco duro.

En la música, las webs de streaming encontraron a su mejor aliada. Los servicios que funcionan con esta tecnología son como una fuente de contenidos a la carta. Cada uno tiene un amplio catálogo de canciones y discos disponibles (en un rango de entre 10 y 20 millones), con los correspondientes permisos de derechos de autor.

Pese a su auge, los reportes de pagos por regalías son 12 veces menores a los que daban las ventas de discos en su época de oro. Entonces, ¿por qué siguen apareciendo servicios nuevos como Deezer y próximamente, el de YouTube?

Aunque YouTube no sólo alberga canciones y discos, en realidad, es el servicio de streaming de música más importante, es decir, el que más gente usa, aunque no sea su única función. Desde 2006, YouTube ha pagado más de mil millones de dólares a compañías discográficas por concepto de regalías en los videos que permiten la aparición de anuncios o que están en modo monetizable.

Por eso no sorprende que la empresa de Google quiera sacar una mayor tajada de ese uso que la gente ya le da a su página. En lugar de dejarles el pastel a las compañías nuevas, creará la propia para ofrecer suscripciones premium sin publicidad.

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS


YouTube no es la primera plataforma en tener problemas con grandes artistas que no están bajo una disquera transnacional. Desde su aparición en 2009 a la fecha, Spotify asegura haber pagado mil millones de dólares en regalías a los músicos —las mismas que YouTube pero en un periodo más corto—.

Pese a ello, los primeros conflictos comenzaron cuando en julio de 2013, Thom Yorke, vocalista de Radiohead, expresó que la plataforma no generaba ganancias significativas para los músicos, especialmente para los independientes, y por eso decidió retirar su proyecto alternativo Atoms for Peace del catálogo del servicio.

A raíz de esas declaraciones, Spotify introdujo un apartado en su página oficial para explicar cómo es que apoya a la industria de la música. En resumen, 70% de las ganancias de la empresa se van a los poseedores de los derechos de copyright, es decir, a las discográficas, y ya éstas reparten a cuanto intermediario tengan antes de que lleguen “las migajas” para los artistas. Además de la cantidad de reproducciones, las ganancias de cada músico dependen de distintas variables como en qué países está disponible y el número de suscriptores premium.

Al momento de redactar este artículo, una cuenta mensual en Spotify costaba 99 pesos al mes y Deezer México tenía una promoción de mensualidades por 49 pesos. Aunque claro, siempre está la opción de escuchar las versiones gratuitas con publicidad y algunas otras limitantes.

Según las cifras del mayor vendedor de música digital en el mundo, iTunes, cada usuario gasta en promedio 48 dólares (625 pesos) al año en discos y canciones digitales. Es exactamente la mitad de lo que vale una anualidad en Spotify: mil 188 pesos.

David B. Pakman, ex CEO del servicio de compra de música eMusic, aseguró para la revista Quartz que los precios de estas suscripciones están fijados por presiones de las compañías discográficas hacia las plataformas de streaming, pues los ejecutivos de las primeras no creen que bajando los costos atraerán más clientes.

¿No se suponía que las nuevas formas de consumo digital democratizarían las ganancias para los artistas sin importar su sello discográfico?, ¿que las plataformas ayudarían a reducir el dominio de las disqueras más grandes sobre la industria de la música?

Perder uno o dos artistas puede no resultar tan peligroso para Spotify o YouTube. Pero si esto empieza a generar un efecto dominó y un grupo considerable de músicos se sale de sus bibliotecas, entonces: ¿quién va a utilizarlos si ya no están sus músicos favoritos? Y por supuesto, ¿quién se suscribirá?

SABER MÁS

Youtube responde


“Nuestra meta es continuar haciendo de YouTube una experiencia musical increíble, lo mismo en una plataforma global para fans y artistas para conectarse, al igual que una fuerte de ingresos de la industria de la música”. Sin embargo, la plataforma no aclara si quitarán o no los videos.
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