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Gregory House, el doctor estrella

Su misión sólo es salvar vidas, sin importar que tenga que ocultar sus verdaderos sentimientos

CIUDAD DE MÉXICO.- Por lo general, cuando nos ponemos en manos de los médicos, esperamos sentirnos reconfortados por alguna palabra de aliento, o que al menos no se salte la barrera del respeto. Porque, ¿qué pasaría si estamos acostados en una cama de hospital y un profesional nos ataca continuamente?

De ese interrogante surgió en 2004 una de las mejores series de subgénero “hospitalario”: Dr. House (o House), que va todos los jueves a las 21 horas, por Universal Channel. David Shore, el papá de la (demoniaca) criatura, venía acumulando experiencia en producciones televisivas detectivescas ¿como La ley y el orden, por ejemplo?, y trasladó todo ese bagaje del microcosmos policial a un ámbito donde la resolución de enigmas también es habitual: un hospital, más precisamente el ficticio Centro de Diagnóstico Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey.

El fin justifica los medios. A ese lugar llegan pacientes con afecciones de lo más extrañas y misteriosas, que dejan boquiabiertos a los médicos más idóneos. A todos menos a uno: Gregory House, un genio que siempre tiene una one-liner guardada en el bolsillo.

“La única razón por la cual lo toleran es porque siempre tiene razón, porque si le tira mierda a todo el mundo lo hace por motivos válidos. Si no los tuviera, dejaría de ser interesante”, asegura Shore, quien ve en House un alter ego de sí mismo.

“Creo que es más estúpido que yo en algunas ocasiones, pero toda esa batalla que entabla su intelecto contra sus emociones viene de mi propia experiencia”. Esto porque House siempre oculta sus sentimientos bajo una pila de sarcasmo y en raras oportunidades se muestra vulnerable.
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