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Gerardo Piña se une al club de los jóvenes narradores

Tusquets edita La última partida, primera novela del autor capitalino, una historia reflexiva narrada con recursos fantásticos

GUADALAJARA, JALISCO.- Para el autor capitalino Gerardo Piña (Ciudad de México, 1975) una de las principales razones de hacer literatura es potencializar las capacidades reflexivas de sus lectores a través de relatos fantásticos, en los que ciertas características humanas, como los temores, las pulsaciones violentas y las angustias, adquieren un semblante protagónico tanto en la historia como en los personajes.

La última partida (Tusquets), obra con la que Piña inicia una carrera novelística precedida por una amplia labor como crítico literario, traductor, profesor de literatura y cuentista, es contada por una voz anónima masculina que recibe una carta con 30 años de retraso. La misiva, una invitación a visitar la ciudad de Rhada que el personaje acepta pese al tiempo transcurrido, es la razón por la que experimenta toda clase de peripecias desafortunadas al llegar a su destino, un sitio sombrío y hostil.

"Me gusta ser un poco ortodoxo y sí creo en los géneros: me gustaría ver mi primera novela como una historia de fantasmas, dentro de la más antigua usanza de literatura fantástica", detalla el autor.

En cuanto a las influencias presentes en la novela, Piña agrega que los relatos medievales son un referente en la estructuración de su trabajo. "Quise ser parte del estilo literario que combina los recursos sutiles con los no deliberadamente sobrenaturales, pero no estoy tratando de escribir para un sector en especial. Me interesa pertenecer a una tradición en la cual la literatura sea más que una fuente de disfrute estético, sino que nos invite a hacer una reflexión acerca de lo que estamos haciendo", puntualiza.

Generación en ciernes

Piña asegura que el hecho de que la crítica lo haga parte del grupo de "jóvenes narradores mexicanos" sí ayuda en el despunte de la profesión literaria. "El problema viene cuando se fuerzan los términos. Es decir, querer ver una generación de escritores cuando no la hay. Quizás es muy temprano para adjudicar el título".

De los que pertenecen al grupo, el autor dice sentir especial admiración por el trabajo de David Miklos y Alberto Chimal. Aunque reconoce que el perfil y la producción novelística de los tres es muy diferente, dice que la constante es que "estamos usando nuestras influencias con un poco más de libertad", que buscan la fantasía sobre la realidad política que prevalece en el país.

El "boom" latinoamericano de jóvenes narradores mexicanos, dice, tiene que ver esencialmente con una cuestión de mercadotecnia editorial. A diferencia de generaciones anteriores de escritores, como el caso de "El crack", donde los exponentes del género tenían un acuerdo estilístico para denominarse así, "en nuestro caso no hay nada de eso. Creo que a ninguno de los que nos catalogan dentro de esta corriente se nos ha ocurrido elaborar un manifiesto acerca de la manera en la que escribimos. Y no porque pensemos que sea una mala idea; simplemente es porque no se ha dado. Cada uno está buscando su propio camino. Hasta ahora, supongo que la única similitud es que todos nacimos en la década de los 70", advierte Piña.

¿Quién es…?

Gerardo Piña ha sido profesor de literatura y creación literaria en la Fundación para las Letras Mexicanas, la University East Anglia en el Reino Unido y, en la actualidad, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Ha colaborado en diversos medios de comunicación impresos con reseñas, traducciones, ensayos y artículos literarios. Es autor de La erosión de la tinta y otros relatos (2001), así como de las traducciones Las aventuras de Sherlock Holmes y Diario de la guerra contra México, publicadas en 2007.
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