Entretenimiento
Fieles hasta el FIM
Cuatro días convirtieron a Expo Guadalajara en un escenario sin descanso donde un centenar de voces se dieron cita
José Fors, Babasónicos, Carla Morrison, Andrea Echeverri, Camila Moreno, Jumbo, Vespa, Vinilo Versus, Volcán, Thalizs, Gliese 229, Hello Seahorse!, Paola Vergara, Azul Violeta, Daniel Melero y Juan Perro se sumaron en una lista que alcanzó las 69 bandas. Y con ellos sus ingenieros de audio, el staff técnico, los operadores de consola, los representantes y mánagers. Y claro, los colados.
Para los músicos que no subieron al escenario, pero asistieron “por amor al arte” y, sobre todo, por el compromiso a difundirlo. Los que como Joselo, Eloím de Moderatto, Mauricio Clavería (ex de La Ley, actualmente de Fobia y Concorde) y Jaramar, quienes hicieron acto de presencia para promover la feria y sus actividades: Talleres, conferencias, los puntos de encuentro, las nuevas alianzas, las amistades y los rencuentros.
Cuatro jornadas únicas para los locutores que promovieron el encuentro, se encontraron cara a cara con sus escuchas, se vieron en aprietos por dificultades técnicas y protagonizaron más de una charla cargada de polémica, sorna, humor y confesiones.
De igual forma lo fue para el equipo de producción de la FIM. Los que montaron los stands, los que sufrieron con el cruce del audio de salón a salón, los que tuvieron la dura misión de contener al público en los conciertos y sobre todo las edecanes que aguantaron, como musas estoicas, una avalancha de situaciones que solo enfrenta una edecán en la vida: Largas horas de trabajo con tacones, el no poder usar un calzado cómodo, andar por la Expo con un vestido siempre entallado y en algunos casos diminutos y lidiar con las miradas y los piropos, a veces atrevidos, de más de un paseante.
Para las tiendas de discos, escuelas de música, productoras independientes, compañías de montaje, revistas especializadas y organizaciones civiles que, aunque tuvieron afluencia, envidiaron en todo momento “la cola” que había en los stands de bebidas alcohólicas fue una experiencia para recordar.
Invitados de lujo
Quienes realmente disfrutaron de esta fiesta fueron sus invitados especiales: el público. Los que fueron por primera vez. Los que repitieron la experiencia. Los que pasearon por los pasillos de la Expo y se encontraron con instrumentos musicales, jugaron a ser los roqueros de Pink Floyd, se sentaron en la batería y chocaron las baquetas como si fueran Ringo Starr, probaron las percusiones o se sintieron ingenieros de sonido.
Así fue el público que llegó a los salones para escuchar las conferencias y no se conformaron con eso, sino que también preguntaron. Los que se maravillaron con la exposición de la historia del rock en español y los que se sintieron defraudados por no encontrar lo que buscaban.
Fueron cuatro días de música nueva, de grandes éxitos, de versiones alternas, de fórmulas probadas, de sonidos extranjeros, sentimiento mexicano, presentaciones memorables y tocadas que más de alguno va a preferir olvidar.
Para algunos, fueron los cuatro días más largos del año. Para otros, fueron los más cortos.
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