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Élmer Mendoza trae a Guadalajara “Balas de plata”

Élmer Mendoza incursionó en el género novelesco con Un asesino solitario

GUADALAJARA, JALISCO.- Una vez seguro de adquirir un discurso literario razonable y solvente, el catedrático sinaloense Élmer Mendoza incursionó en el género novelesco con Un asesino solitario. A la par, disfrutaba de otra de sus pasiones, la docencia. El aliciente juvenil de sus alumnos ha influido en el ritmo dinámico de sus trabajos. Ahora ingresa a la Feria Internacional del Libro y desenfunda una nueva propuesta que, al igual que sus cuatro novelas anteriores, recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en el país.

Pieza clave de Balas de plata (Tusquets) es Édgar “el Zurdo” Mendieta, que en su apelativo, el autor juega inconscientemente con sus propias iniciales. El agente Mendieta es un hombre de varias aristas, corrupto, ensombrecido internamente por el desdén de la mujer a la que ha amado, al grado tal de acudir en ayuda psicológica. Su actuar es conforme a una ética sucia que mientras transgrede la ley a base de corruptelas, por otro lado persigue su propia forma de justicia.

El punto de partida en la novela discurre entre sentencias lapidarias -“la modernidad de una ciudad se mide por las armas que truenan en sus calles”- y frases folclóricas. Pero el mayor dominio del lenguaje y la confianza en su prosa, sintetizan las peculiaridades y resquicios de la personalidad de Élmer Mendoza como narrador.
El autor acepta que padece un sentimiento confuso y contradictorio con su natal Culiacán. “No llevo una buena relación con mi ciudad, pero es mi todo. Con violencia, con narcotráfico, con sangre y con seres como Édgar Mendieta”, señala.
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