Entretenimiento

El llamado de los Caifanes

El grupo encabezado por Saúl Hernández se presenta en un agolpado Foro Alterno de la Universidad de Guadalajara

GUADALAJARA, JALISCO (30/SEP/2012).- Enjuto como un alfil, como si se hubiera fugado de un cuadro de Remedios Varo, Saúl Hernández sale al escenario. Su voz milenaria y chillona impone respeto en el Foro Alterno de la Universidad de Guadalajara. Los que acudieron al llamado lo miran entrar en escena. No saluda. Camina lento y se cuelga la guitarra. Está de vuelta.

Clavado en el centro, siempre en el centro, vocifera: "No puedo decir nada, raza, lo único que podemos hacer es hincarnos ante ti. Estamos a tus pies, raza de Guanatos".

No hubo grupo más esperado durante el Rock X La Vida que Caifanes. Que si Volcán va empezando con fuerza o si Forseps es uno de los consentidos; La Lupita saca nuevo disco el 30 de octubre y Bomba Estereo pone a bailar hasta los niños..., que patatín que patatán, Caifanes dejó un mensaje: antes que imagen, el rock que ellos urdieron era gesto. Y eso lo entendieron los viejos que vinieron a verlos. Tatuados, gordos, canosos, sin camisa, barbones, llegaron desde temprano y esperaron pacientes como budas de piedra.

Por un momento, durante "Aquí no es así", Alejandro Marcovich se confunde con su guitarra y entonces sale del escenario en un solo de guitarra; vuela sobre una constelación de teléfonos celulares. Marcovich cruza el Foro Alterno y se dirige, todavía fuerte, hasta el Auditorio Telmex. Marcovich sale de la ciudad escalando el aire. Marcovich sube y sigue subiendo y desaparece en el espacio. Saúl lo vuelve a La Tierra con un beso en la cabeza.

La gente aplaude: "El aplauso sigue siendo para ti, raza, no para nosotros", dice Saúl y continúa.

Saúl dejó que la "raza" cantara "Los Dioses ocultos", "No dejes que" y "La Célula que explota". Les leyó una carta que escribió Fernando Flores, un niño de 11 años de edad: "Vengo de una familia que se supera de la pérdida de un familiar que murió de una sobredosis y entiendo que lo mejor es desahogarse, pero desahogarse de otra forma: no matándote a ti mismo. Y no por más desesperado que estés puedas atentar contra tu vida, en ninguna forma..."

Saúl se despidió de Guadalajara con su sonrisa de dientes separados. Se despidió con "La negra Tomasa", ya sin Marcovich que esperaba cansado a un lado del escenario. Saúl abrazó a sus compañeros. Besó a Sabo Romo y salió del escenario mientras se escuchaba "Imagine", de John Lennon.
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