Entretenimiento
El imparable Bruno Bichir
El actor se enfoca en el teatro y espera el estreno de una nueva producción fílmica
“Hace 27 años tomé una de las decisiones más importantes en mi vida: Todos los días tendría algo que hacer, me dedicaría a estar ocupado. Y ha sido así desde entonces”. Esa son las palabras con las que se autodefine un agotado Bruno Bichir a sus 40 años. Sin embargo, no se queja de esa decisión, “es la forma en que elegí vivir”.
Con cuatro horas de sueño, desembarcó ayer en Guadalajara, al lado del productor: “No me veo bien, pero tampoco me puedo estar quieto”, afirmó poco después. Lo cierto es que quien lo vio dar su conferencia, no habría adivinado que Bruno se encontraba al límite de sus fuerzas.
Porque, frente a los jóvenes, ayer entregó una charla donde platicó de todo: De lo que le preguntaron y hasta de lo que no. “Si la charla estuvo muy buena, quiere decir que fracasamos”, bromea el histrión, dirigiendo su mirada a Contreras, “porque nos pagaron por dar una conferencia, no por venir a cotorrear (risas)”.
Su experiencia como actor, los momentos más dulces y otros bastantes agrios fueron parte de la conferencia, con aire bohemio, del histrión y el productor, donde también hicieron un diagnóstico del estado que guarda el cine mexicano.
Belleza y amargura
Para Bichir y Contreras, el mundo de la actuación es un medio donde se combina lo dulce con lo amargo. “Hay cosas muy buenas y otras que de verdad son malísimas”, explica el integrante de la dinastía de histriones.
Bruno recordó, con cierta amargura, la suerte (comercialmente negativa) que tuvo Crónica de un desayuno (1999) en las salas de cine. “Creo que tuvo una mala campaña de publicidad alrededor, porque es una película de la que me siento muy orgulloso, pero la forma en que se promovió creo que no fue la adecuada”.
Tanto el actor como el productor coincidieron en que el cine mexicano no tiene forma de defenderse contra las producciones norteamericanas “si se le da a la película sólo una semana en la cartelera. Eso no es algo que suceda en Brasil, Chile o Argentina, donde tienen leyes de protección a su industria que aquí, por increíble que sea, no las tenemos”, anotó Contreras, quien agregó que en el mundo del Séptimo Arte, por lo regular quien lleva más las de perder es el productor, pese a ser quien más riesgos financieros corre en una película. “La ganancia por cada boleto se divide entre exhibidor, distribuidor y productor, a éste último es al que menos le toca”.
En ese tema, Bruno reconoció que si bien el cine nacional recibe ahora mucho más apoyo que antes, “no sirve si la gente no va. Aquí no se trata de cuánto cuesta una película, porque un presupuesto no la va a mejorar. En lo que debemos concentrarnos es en contar mejores historias”.
Termina la temporada de “caza”
Hombre forjado en los entretelones del teatro, Bruno se encuentra actualmente trabajando como director en la puesta "Nadando con tiburones", donde actúan su hermano Demian, junto con Ana de la Reguera, Alfonso Herrera y Tato Alexander. “Nos ha ido muy bien, yo era el que más rezaba porque así ocurriera, no por mí, sino por los productores que le invirtieron mucho dinero”, acepta con una sonrisa.
De lo que no está muy seguro el actor es del futuro de la puesta en escena, que se supone debe concluir en mayo. “De los productores he escuchado que se acaba, aunque había la intención de hacer una gira con ella, lo veo muy difícil, por las agendas de todos”.
Lo cierto es que el fin de Nadando con tiburones no significa una pausa en la carrera del hombre que hace algo todos los días. En agosto comienza una nueva puesta en escena, protagonizada por él con Tato Alexander en el rol coprotagónico y bajo la dirección de Benjamín Kahn. El título tentativo es Paisaje marino. Para el actor aún queda pendiente el cuándo se dará un tiempo libre.
POR CIERTO
El cine es una de sus prioridades
Bruno trabaja en la preproducción de "Gonzo", cinta dirigida por Alfonso Suárez.
En ella, Bichir tendrá el rol protagónico y narrará la vida de un matrimonio español en Nueva York, quienes lejos de casa encuentran en un mexicano llamado Gonzo (Bruno) un vínculo cultural y lingüístico con su pasado, aunque su encuentro desatará también otras emociones difíciles de contener.
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