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Del infierno al cielo con Damián Alcázar

El actor se hace presente en su Estado natal para presentar la película 'García', con la que logra una ovación

MORELIA, MICHOACÁN (20/OCT/2010).- Algunos dirían que es el destino lo que ha puesto a Damián Alcázar en el lugar donde está ahora, convertido en uno de los “monstruos” de la cinematografía nacional. Otros pensarán que es su instinto para elegir papeles que impactan al espectador. Quizá también tiene que ver la enorme tenacidad que ha mostrado en su trayectoria como actor, donde se ha tenido que abrir las puertas a veces a empujones. Él diría que todo lo anterior es cierto.

Y es que la carrera de Damián Alcázar, nacido en Jiquilpan, Michoacán, es un mosaico de situaciones donde la suerte, la preparación y la terquedad parecen ir de la mano. El actor dice que tiene buen ojo para elegir sus proyectos, incluso si éstos son operas primas como la que lo lleva al Festival Internacional de Cine de Morelia, con la película García, del director colombiano José Luis Rugeles y donde también participa Margarita Rosa de Francisco.

Al ser Colombia el país donde se ubica la trama de la cinta, Alcázar aprendió a imitar a la perfección el acento de esa nación, algo que celebró el público el pasado lunes, durante la proyección de gala de la cinta en el festival.

Disfrutando de un enorme éxito comercial gracias a El Infierno, cinta que arrasó en la taquilla mexicana, y a la espera de que García se estrene a nivel comercial en nuestro país, Damián Alcázar habla con este medio sobre las razones que lo llevaron a aceptar este papel, la comodidad en la pantalla y su interés por apoyar a nuevos talentos.

— ¿Qué es lo más interesante de un personaje aparentemente normal como lo es “García”?
— Primero, que es una historia entrañable. García es un ser humano complejo, formidable, un emprendedor, de bajo perfil, antihéroe, enamorado, trabajador, común y corriente. El reto era que nació en Colombia, y tenía que comportarse como colombiano. Además es una opera prima, pero cuando te presentan un guión como García, confías de inmediato. Si me hubieran invitado a hacer algo que no le tocara las fibras reales a la gente hubiera dicho que no.

— A pesar de tener que hacer un acento de otro país en toda la película, con todas sus expresiones y modismos, usted siempre se muestra cómodo en pantalla, ¿así fue?
— Normalmente lo disfruto mucho.

— ¿Se ha llegado a sentir incómodo dentro de algún proyecto?
— Sí, cuando entro a un proyecto que no del todo me convencía y en el trayecto te vas dando cuenta que sí, que era malo y tendría que haberle hecho caso a la intuición. Pero ya estás allí, por más malo que sea y ni modo, como se dice, “se tiene que cruzar el río”. Me ha ocurrido varias veces, lo acepto… unas tres veces (risas). Pero eso sirve para entrenar la intuición.

— Con proyectos como “Satanás” (Colombia), “El último comandante” (Costa Rica) y ahora “García” (Colombia) parece que su brújula profesional apunta siempre al Sur.
— Me gusta trabajar allá, pero también he hecho cosas en otras latitudes. Me fui a hacer una película a Nueva York hace tres años que se llama Don’t let me drown que es una película formidable que dirige un mexico-americano (Cruz Ángeles). Este año me ofrecieron otra película en Estados Unidos, justo en el momento en que yo estaba filmando en Guadalajara (Fecha de caducidad, con Kenya Márquez). Hice la audición y ya cuando la envié me mandó a decir el director que le había gustado mucho mi trabajo, pero que había llegado tarde (risas).

— Se diría entonces que ese proyecto no le tocaba, ¿cree en el destino?
— En cierta manera. A uno le toca hacer lo que le toca. No tengo que esforzarme ni lamentar por no haber hecho alguna cosa en mi vida. Nunca he lamentado estar o no en alguna película.
 
— Se siente orgulloso del éxito comercial que alcanzó “El Infierno”, a pesar de ser una película clasificación C?
— Me siento orgulloso de haber sido parte de una película que es extraordinaria. El éxito económico es bueno para la gente que invirtió su dinero, que lo vaya a recuperar y gane. El Infierno es necesaria, interesante, crítica y constructiva en un país que requiere construir y no como muchos políticos que se la pasan destruyendo. Me tiene muy contento que un millón 800 mil espectadores ya la hayan visto. Ojalá dure tres meses más en la sala.

¿De qué se trata García?

A sus 58 años García (Damián Alcázar) es celador en una fábrica donde ha trabajado por años. Está casado con Amalia (Margarita Rosa de Francisco), a quien décadas de esfuerzo finalmente le puede cumplir la promesa que de matrimonio que le hizo: Comprarle una casa.
Confiado en que finalmente podrá disfrutar de los frutos que ha sembrado con años de esfuerzo, su vida da un giro dramático cuando Amalia desaparece.

EL INFORMADOR/ FRANCISCO GONZÁLEZ
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