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Defraudan a ex cinematografistas tras vender su club

Mauricio Gómez Padilla, uno de los 400 ex empleados que atestiguaron el abandono de las antiguas salas de cine y la pérdida de su club; le corresponden 61 mil pesos a cada trabajador

GUADALAJARA, JALISCO.- Después de la época de oro del cine nacional, hubo un declive que dejó sin sustento a miles de trabajadores de la industria fílmica. Tan sólo en Guadalajara, sobreviven a sus recuerdos 400 ex empleados que enfrentan una nueva pérdida: el fraude tras la venta de su club.

En la primara mitad del siglo XX, en Guadalajara se habían edificado más de 20 cines, fuente de empleo para una gruesa capa obrera: cácaros, boleteros, o tramoyistas, además de la gente que trabajaba directamente en la producción fílmica, agrupada en la Sección 21 del Sindicato de Cinematografistas. “Eran buenos tiempos”, rememora Alfredo Núñez Manso, cuando lamenta la pérdida de Fomento Deportivo Obrero AC, la última pertenencia que le dejó la industria en la que trabajó por más de sesenta años.

Era 1947, -explica Núñez Manso- , la industria fílmica del país estaba más que realizada. “Había una pujante economía que ofrecía a los trabajadores del sector una generosa despreocupación sobre el futuro”. Entonces, los empleados agrupados adquirieron un terreno de 14 mil 618 metros cuadrados, localizado en la calle Gigantes 3002. En ese lugar erigieron su club, Fomento Deportivo Obrero AC.

Como los cines en los que trabajó Núñez Manso, el club vivió momentos de esplendor, y también padeció el descuido por la falta de recursos para mantenerlo durante la crisis fílmica en México. En 1970, “ya se advertía que algo malo iba a ocurrir”. A muchos trabajadores los comenzaron a despedir, sin que el sindicato pudiera resolver la situación. “Los empresarios aseguraban que no había dinero, y que la industria se iría a la quiebra”, recuerda Mauricio Gómez Padilla, otro trabajador que vio el abandono de las salas de cine, y después lamentó su transformación en “iglesias o pornotecas”.

A pesar de ello, los cinematografistas, jubilados, pensionados o desempleados contaban con el club como último asidero emocional a su vida en la industria cinematográfica. En él había albercas, rines de box, áreas verdes y “hasta se proyectaban películas”. Pero la crisis de los años noventa, la dificultad de los jubilados para encontrar trabajo debido a su avanzada edad, y la proliferación de cines en huelga sembró la idea de vender el club para obtener “una jubilación más digna”.

El sindicato conformó entonces un comité para la venta del club, auspiciado por el líder de los cinematorgafistas, Alfonso Vázquez Ibarra, y presidido por María Elena Larios López. Las primeras ofertas alentaron a los trabajadores que delegaron el procedimiento de venta al Comité. “45 millones de pesos, no menos, era lo que algunas empresas estaban dispuestas a pagar”.

El año pasado, “por el mes de marzo”, ante presiones por parte de los trabajadores para transparentar el proceso de venta del club, el Comité anunció que éste se le vendía a la empresa Wal Mart por 33 millones de pesos, y posteriormente dijeron que en 24 millones. De acuerdo con Gómez Padilla y Núñez Manso, los encargados de la venta estimaron que a cada uno de los 400 trabajadores corresponderían 61 mil pesos. Sin embargo, no se les han entregado, “y los que lo vendieron sólo dan largas”.

Incluso se realizaron solicitudes de contratos bancarios para el depósito de 60 mil pesos a algunos trabajadores en el banco HSBC, pero la empresa bancaría confirmó que el dinero no está depositado.

“La estamos viendo muy difícil, queremos que se nos dé el dinero correspondiente por la venta del club, o que se nos regrese”, sentencia Gómez Padilla.

Piden ayuda a la UdeG

El proceso de venta del club, de acuerdo con los trabajadores, fue realizado por Alfonso Vázquez Ibarra, Maria Elena Larios López y el abogado Álvaro Asencio Tene, quien imparte clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara (UdeG), por lo que solicitan a la casa de estudios que coadyuve para resolver su situación.

De acuerdo con los trabajadores, la intervención de Álvaro Asencio ha sido en contra de los intereses para los que fue contratado, y señalan falta de transparencia, y contradicciones del abogado.

“Este señor nos quiere retener los papales, dice que nos esperemos que porque apenas van a medir el club. Cómo puede dar clases de derecho alguien así, qué le va a enseñar a los alumnos, pura tranza”.
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