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De la aristocracia venezolana al diseño más elegante del mundo

A los 13 años Carolina Herrrera descubrió la luz y la inspiración de la moda

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CIUDAD DE MÉXICO
.-A los 13 años Carolina Herrrera asistió con su abuela a un desfile de Cristóbal Balenciaga, en París, donde descubrió la luz y la inspiración de uno de los grandes creadores de moda del siglo XX.

Aunque se sintió atraída por el mundo de las telas y la confección, su carrera como diseñadora comenzó cuando tenía cuatro décadas de vida. Ya tenía a sus cuatro hijas y a su primer nieto.

Antes de eso, la vida de Maria Carolina Josefina Pacanins y Niño, su verdadero nombre, transcurría plácidamente siendo la esposa del aristócrata venezolano Reinaldo Herrera.

En esta época, estuvo constantemente en la lista de las mujeres mejor vestidas del jet set internacional, ambiente en el que se movía con su marido.

En su listado de amigos se encontraban el artista Andy Warhol, quien la inmortalizó en tres retratos; departía con la princesa Margarita de Inglaterra y fue una de las confidentes de Jackie Kennedy.

Gracias a la insistencia de su amigo, el conde Rudi Crespi y de la legendaria editora de moda y asesora del Instituto del Vestido del Metropolitan Museum de Nueva York, Diana Vreeland, fue que Herrera decidió entrar en el mundo de la moda.

“Sus diseños son elegantes y tienen buen corte. Tiene un gusto innato. Es algo más que una millonaria cumpliendo un capricho”, declaró Vreeland.

Su primera colección la presentó a sus amigos más íntimos en Nueva York, en 1981.

Así y desde entonces, temporada tras temporada, la diseñadora venezolana ha transmitido a las pasarelas su propio estilo: clásico, refinado, cosmopolita, sutil y elegante.

Ha sabido interpretar perfectamente los gustos y las necesidades de una mujer amante del lujo, pero alejada de la exageración. Su secreto: diseñar ropa que ella misma podría llevar.

Carolina nació el 8 de enero de 1939 en Caracas, Venezuela. Es la segunda de cuatro hijos de Maria Cristina Niño Passios y de Guillermo Pacanins Acevedo, quien fuera gobernador de Caracas.

Su reconocida familia aristócrata venezolana se distinguía por sus nobles antepasados, entre estadistas, hacendados y políticos.

Aunque sus padres fueron estrictos con ella y sus hermanos, la modista afirma que fue esa época la que cimentó las bases de su vida. “Hubo un tiempo y un lugar para todo. Eso lo he llevado conmigo toda mi vida”, ha declarado.

Desde pequeña pudo dar rienda suelta a su gusto por la ropa y los perfumes. Combinaba aceites aromáticos y jugaba a crear fragancias y prendas.

Creció con institutriz húngara de cabecera y constantes viajes a Europa. Solía pasar sus días montando a caballo, jugando con sus perros y cumpliendo a la perfección el papel de jovencita de la sociedad caraqueña.

Con tan sólo 18 años, contrajo matrimonio con el terrateniente Guillermo Behrens Tello. Esta unión duró siete años. Su divorcio causó un gran escándalo familiar y social, pues fue la primera integrante en decidir separarse de su marido.

A los 25 años se mudó a la casa paterna con sus dos hijas, Mercedes y Ana Luisa y buscó trabajo. Estuvo un tiempo en las relaciones públicas para la sucursal venezolana de la firma italiana Pucci.

Su vida dio un nuevo vuelco en 1968 al casarse con el millonario Reinaldo Herrera, del quien tomó el apellido y una vida de glamour y amigos de jet set. Tuvo dos hijas más, Carolina Adriana y Patricia.

Después de presentar con gran éxito su primera colección, se mudó a Nueva York con su esposo y todas sus hijas. Enseguida decidió montar un discreto showroom.

En aquella época sus clientas famosa eran Estée Lauder y Jacqueline Kennedy. Su popularidad creció aún más después de diseñar el vestido de boda para Carolina, la hija mayor de John F. Kennedy.

Su trabajo es diseñar mientras otros cosen. “No sé coser ni un botón, soy una diseñadora que no sabe hacer un patrón o cualquier trabajo de costura que implique tomar una aguja. Sólo tengo la suerte de que Dios me dio el ojo para la moda”, ha dicho.

Su entrada al mundo de la perfumería fue un paso natural en su trayectoria. Un día, a mediados de los 80, hablando con el empresario Mariano Puig, él le preguntó por el perfume que llevaba puesto.

Herrera confesó que la fragancia no tenía un nombre propio, que ella mezclaba aceites de jazmín y tuberosa, olores que le recordaban a su Venezuela y tras un acuerdo, nació el perfume que ha sido uno de los más vendidos de la historia.

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