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De joven era pobre pero feliz: Al Pacino
El actor confiesa que aún tiene por su profesión y la aventura que le genera
“Tenía amigos que estaban en las drogas y muchos de ellos murieron jóvenes; mi mamá me alentó. No había una educación para mí, sólo tengo los libros que leí y a la gente que conocí. Para mi fortuna obtuve educación de la actuación y de la conexión con otras personas porque puedes comunicarte”, expresó durante una conferencia en el Auditorio Nacional.
Durante esa época pudo estudiar a las personas y conocerse a sí mismo, pero todo cambió cuando en 1972 protagonizó la primera parte de la trilogía de “El Padrino”. Contó que solía tener la costumbre de seguir a las chicas que le gustaban en la calle pero sin atreverse a acercarse o invitarlas a salir.
“Era muy tímido y nunca me voltearon a ver, sólo me gustaba la fantasía y no tenía más que hacer”, recuerda de aquella época. Pero después de esa película (en la que interpretó a Michael Corleone) las cosas cambiaron en forma drástica para él: “¿Qué creen que pasó? Vi a una mujer bonita y caminé atrás de ella, casi llegando a un semáforo me volteó a ver y me dice: ‘hola Michael’ ¡Dios, no!”, exclamó.
Se tomó un momento para continuar el relato. “Ese fue el momento en que lo supe, supe que ya no iba a tener privacidad, el anonimato murió ya que no sabes que lo tienes hasta que lo pierdes. Le di la bienvenida a la fama y cuando llegó estaba rezagado, tuve que aprender a vivir con ella aunque era un mundo diferente; ahora la fama es más accesible y parece ser el sabor del día. Mis hijos quieren ser famosos y no los culpo, está bien, pero si eres algo antes de ser famoso”, argumentó.
Vida y ficción
Para Pacino, el escenario es su casa. Aún tiene amor por su profesión y la aventura que le genera. Así se notó cuando compartió algunas anécdotas como el terminar en un hospital de quemados durante su interpretación en el filme “Cara Cortada” por agarrar mal un arma o la rama que le lastimó la pupila cuando hizo a un ciego en “Perfume de mujer”, que lo hizo acreedor a un premio Oscar. “Durante el rodaje no enfoqué la mirada en nada y no sé si han visto que los Oscar se los dan a personajes con deformaciones y este tipo de problemas”.
Dentro de su carrera hay un papel que rechazó, el que le ofrecieron en Star Wars. “Harrison Ford me
debe la carrera... es broma. Honestamente lo rechacé porque no entendí el guión, así de fácil. Dije: ‘¿van a hacer una película de eso?’ Cometí muchos errores, pero no me arrepiento de nada”.
Con una exitosa trayectoria no tiene problema en nombrar a sus mentores. Uno de ellos es Lee Strasberg, a quien calificó como un gran maestro y que le aconsejó aprenderse las líneas y convertirlas en extensión de su sentimiento para identificarse con el personaje.
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