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Damián Alcázar encarna a sandinista que fue ''el último ladrillo de una utopía''

''Francisco Jarquín'', a quien Alcázar da vida en la película, ''es un perdedor'', reconoció el actor

SAN JOSÉ DE COSTA RICA (13/OCT/2010).- El mexicano Damián Alcázar aceptó calzar las botas y los zapatos de baile de un ex revolucionario sandinista y amante del chachachá en la película "El último comandante", un personaje que, según dijo, tiene una historia que "vale la pena contar".

Francisco Jarquín, a quien Alcázar da vida en la película, "es un perdedor", reconoció hoy el actor en rueda de prensa en Costa Rica, al resaltar, no obstante, que ante todo "es un hombre complejo en una circunstancia compleja y un espíritu vapuleado por lo que le ha tocado vivir, que abandona todo y al final recapacita".

"Esos son los personajes que valen la pena. ¿Qué sentido tendría interpretar a un hombre exitoso que juega golf, que tiene una casa, una esposa y dos lindos hijos? Vale la pena contar historias con sentido verdadero y hacer que la gente reflexione y esa es una de esas. Me gusta Paco Jarquín", expresó.

A los ojos de los directores de la película, los cineastas Isabel Martínez (Costa Rica) y Vicente Ferraz (Brasil), Jarquín es "el último ladrillo del mundo de las utopías" del siglo XX.

Esta producción, la primera costarricense-brasileña, debutó con éxito en el Festival brasileño Cine Ceará, en junio pasado, y llega mañana, jueves, a los cines de Costa Rica.

En Brasil, Alcázar y el actor costarricense Alfredo Catania, que encarna a un revolucionario que mantiene intactos sus ideales a pesar de los años, recibieron el premio al mejor actor.

La película, cuya producción tomó 14 años, fue dirigida por la pareja de cineastas que se radicaron en Nicaragua en la década de los 80, por lo que vivieron la revolución en carne propia.

Alcázar, con una amplia trayectoria de más de 70 películas pero reconocido sobre todo por sus papeles en "La ley de Herodes" y "El crimen del padre Amaro", aseguró en San José que se embarcó en este proyecto porque "tiene un guión extraordinario, una historia entrañable y muy humana".

"Era importante para mí porque de joven casi me enlisto en la revolución sandinista, aunque al final me atrapó el teatro", dijo.

Alcázar señaló que "El último comandante" narra "una historia que no sólo se entenderá en Costa Rica o Nicaragua, sino que puede repetirse en las dos Coreas, en Irán o Pakistán, porque habla del ser humano".

Para Isabel Martínez, la película es "un homenaje a esos muchos otros comandantes revolucionarios que existieron tras bastidores" y cuyas historias, con virtudes y defectos, merecen ser recordadas.

El elenco de "El último comandante" se completó con actores reconocidos en Costa Rica como Anabelle Ulloa, Ana Catalina Carranza, Haydée de Lev y Thelma Darkings, quienes interpretan a las múltiples mujeres que de una forma u otra marcan la vida de Jarquín, cuyo sueño era dirigir tras la revolución un salón de baile y dar clases de chachachá, su gran pasión.

Para Ferraz, aunque el eje de la película es la historia personal del revolucionario, toda obra artística tiene una postura política y ésta no es la excepción.

"La revolución fue nuestra inspiración. Las jornadas de alfabetización, la milicia, el voluntarismo... todas esas utopías del siglo XX. Nicaragua fue la última utopía. La nuestra no es la generación de la revolución cubana sino la de la revolución sandinista", comentó.

No obstante, aclaró que el filme se hace eco del pensamiento de ambos directores: "la revolución se acabó con el triunfo de Violeta Barrios en 1990".

"Cuando se cae la revolución quedamos todos marcados por el fin de las utopías", y la historia de Jarquín da testimonio de ese proceso, añadió.

"El último comandante", que ya pasó por los cines de Nicaragua, se presentará en los próximos meses en festivales en Río de Janeiro, Italia y Chicago, en el inicio de su promoción internacional.
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