Entretenimiento

Confesiones de peluche

Tulio Triviño, conductor de '31 Minutos', revela sus secretos a unos días de la presentación de este espectáculo en el Diana

GUADALAJARA, JALISCO (15/NOV/2016).- La televisión convierte a algunas figuras en estrellas legendarias. A otras, los vuelve monstruos. Pero hay casos únicos, donde las figuras se transforman en... Peluche. Y para quien no crea, basta con ver al elenco de “31 minutos”.

El noticiero espectáculo más divertido de América Latina está de regreso en nuestra ciudad. El escenario del Teatro Diana ya se prepara para recibir a celebridades como Tulio Triviño, Juan Carlos Bodoque, Guaripolo y Patana Tufillo. Todos llegan con el compromiso de informar y sobre todo, de provocar las carcajadas entre los espectadores que se den cita en el recinto de avenida 16 de septiembre.

Pero antes de llegar, uno de sus integrantes ofrece una reveladora entrevista. Es Tulio Triviño. De mirada profunda y siempre bien vestido, el conductor expone secretos familiares y hasta culinarios previo a su llegada a la Perla de Occidente.

—Sabemos muy poco sobre su familia, cuéntenos: ¿tiene padres, hermanos? ¿Novia?

—De mi familia inmediata, a la que amo por sobre todas las cosas, prefiero no hablar, pues siempre me dejaron en vergüenza y me costó un mundo deshacerme de ellos. Sólo tengo cerca de mi sobrina Patana, que también optó por darle la espalda a sus seres queridos y así salvar su vida. En el plano amoroso, debo contarles que no sé nada de mi novia Cindy Miraflores desde que la dejé plantada en un restaurant chino. Creo que todavía me está esperando.

—¿Cómo supo que la televisión sería su vocación?

—Si no tienes talento para la mayoría de las cosas y tu fuerza de voluntad para aprender algo es baja o nula, la televisión te abre grandes posibilidades. Es lo que pasó conmigo.

—¿A qué edad comenzó su carrera periodística?

—Siempre he sido periodista, desde la cuna. Incluso, entrevistaba a mis peluches para no sentirme solo y tenía un diario mural con las noticias que me pasaban a mí. Soy un comunicador nato e innato.

—¿Es cierto que otras televisoras le han ofrecido contratos millonarios a cambio de que rompa su relación laboral con el canal del Señor Manguera?

—Me ofrecieron tanto dinero que tuve el problema de no saber cómo llevármelo. Al final dije que no porque en el otro canal estaba prohibido inventar noticias y te exigían cosas raras como criterio y ética.

—Corren rumores en redes sociales asegurando que antes de morir, el cantautor mexicano Juan Gabriel pidió a su manager que le consiguiera una visita a su programa. ¿Qué opina usted al respecto?

—Te voy a contar una infidencia: yo partí animando en el Noa Noa. Con Juanga éramos íntimos, nos contábamos todo. Es una lástima que se haya ido tan joven y sin componer la que sería su obra máxima: El himno a Tulio y al amor

—¿Cómo se lleva en general con sus compañeros del canal? ¿Cree que ven con buenos ojos su fama internacional y reconozcan que gracias a usted, el noticiero “31 Minutos” ya es conocido en (casi) todo el mundo?

—Me tienen envidia, son flojos, mal educados y rara vea se bañan. Los quiero mucho.

—Ya lo hemos visto actuar en cine, pero ¿ha pensado en aceptar un papel en alguna telenovela chilena o mexicana?

—Me ofrecieron el rol de un tipo banal, vanidoso, ignorante y superfluo, pero no di con el perfil. Es demasiado difícil actuar de algo que en nada se parece a ti.

—Como buen líder de opinión que es, ¿escribirá en el futuro algún libro sobre política o por lo menos su autobiografía?

—Espero que haya algún pasante mal pagado escribiéndolo. Pero antes necesito que alguien se ponga en mi lugar, viva el vértigo, tenga aventuras de todo tipo, algo parecido a una vida.

—¿Qué opina de México? ¿Qué es lo que más le ha gustado de este país? ¿Le gustaría vivir aquí por algún tiempo? ¿Por qué?

—Desde la pieza del hotel o desde la ventanilla del avión se ve un país ordenado, lujoso y tranquilo. Casi sin problemas. Me gustaría vivir aquí por algún tiempo, pero corro el riesgo de que cualquier advenedizo me quite el puesto de rostro de televisión acá en Titirilquén y cuando vuelva ya nadie se acuerde de mí.

—Aunque sabemos que faltan muchísimos años: ¿Ha pensado en qué va a hacer cuando le llegue el momento de jubilarse?

—Espero estar lo suficientemente senil para no enterarme de qué ocurre a esa edad.

—¿Qué siente al estar frente a las cámaras y saber que millones de niños lo ven por televisión e Internet?

—Un enorme responsabilidad. Imagínate, si me equivoco de corbata o me peino inadecuadamente serán miles los que se enteren a la vez

—¿Ya probó las tradicionales tortas ahogadas?

—Sí, son como que se me hubiera caído el sándwich a la sopa. Son bien raros ustedes para comer eso.

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