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Clemente Castillo, vocalista de Jumbo, lanza disco como solista

Cumple uno de sus sueños profesionales con 'Eureka'

GUADALAJARA, JALISCO (10/SEP/2015).- Hay una aclaración necesaria que debe hacerse antes de comenzar a escribir la entrevista con Clemente Castillo: Jumbo no se separa, no toma una pausa indefinida ni hay problemas entre sus integrantes. No se pelearon, no se les acabaron las ideas, ni se odian.

La charla con Clemente toma lugar muy temprano en su estudio de grabación, enclavado en Monterrey, Nuevo León. “Lo primero que hice al levantarme fue ponerme a escuchar música, mucha música. Es algo que me encanta hacer, me llena de mucha energía”, confiesa. Y es que por estos días, la energía le sobra al vocalista gracias al lanzamiento de “Eureka”, placa donde plasma todas esas inquietudes que se fueron acumulando durante más de 20 años de jugar con una idea que le rondaba la mente: ¿Qué pasaría si se lanzaba a la aventura sonora en solitario?

La respuesta a esa pregunta se resume en el momento que vive el intérprete, quien responde con un fuerte acento regio. “De entrada me siento muy contento, porque el tener la oportunidad de hacer un álbum nuevo siempre es emocionante. ‘Eureka’ es una fotografía de quién es Clemente Castillo en 2015. Y no me puedo quejar de casi nada de lo que soy ahora”.

Hay una mezcla interesante en las palabras del músico. Se siente la calma de quien se sabe listo para el reto, pero también la emoción e incertidumbre de quien arranca una nueva travesía. Sin sus compañeros de banda, Castillo se declara listo para explorar una arista inédita en su camino sonoro.

—La pregunta obvia es ¿a qué suena tu nuevo disco?, pero es más fácil decir a qué no suena, ¿no?

—(Risas) El álbum "Eureka" es un disco que se sale del ámbito y universo rockanroll por obvias razones (risas)

—¿Cuál fue la señal que tuviste para decir ‘ya me toca lanzarme en solitario’?

—(Silencio) Tengo 18 años con Jumbo y seguiré con ellos, porque hemos trabajado juntos en construir este sonido que hemos ido puliendo. Nos hemos ganado un lugar en el rock alternativo desde aquella ‘Avanzada Regia’ de los años noventa y nada, ahora sentí que era momento de recapitular mis ideas e irme por una vía mucho más acléctica.

—¿Y a qué sonaba esa inquietud?

—Comencé a explorar todo mi arsenal e influencias de distintos géneros. Al momento de hacer el disco quería explorar todas las posibilidades que había para comunicar. Hacer soul, swing y hasta un bolero (risas).

—¿Con qué bolero te animaste?

—Fue algo especial, porque de todo el disco, es el único cóver que hago. Es una versión de ‘Calaveras y Diablitos’ de los Fabulosos Cadillacs, pero completamente mía. Me acompaña en el acordeón Celso Piña”.

—Tu primer sencillo es “Fantasmas”, una canción con una enorme carga de melancolía, ¿cómo trabajaste con todas las emociones que involucra?

—Originalmente la rola era una canción larguísima, que se llamaba “Tristes tiempos”, y es un reflejo del estado de ánimo que todos podemos pasar, un tiempo donde nos inunda la melancolía, la soledad, la tristeza. Pero también la violencia, porque fue concebida durante la situación que estuvo viviendo Nuevo León en 2010 (donde se registró un incremento en los crímenes de alto impacto relacionado con el narcotráfico).

—Dieciocho años te tomó lanzar este disco en solitario, ¿por qué no antes?


—Dicen por allí que todo tiene su tiempo, lo que es cierto es que ya no me quería esperar más. No lo busqué en el pasado, no puedo explicar por qué, pero en el momento que me enfoqué, fue una decisión inaplazable.

—Con Jumbo te acostumbraste a salir de giras largas y a escenarios grandes, ¿Cómo esperas que sea el camino de “Eureka”?

—Hay planes de salir. Quiero pensar que el primer viaje va a ser muy pronto, pero quizás el formato sea “showcase”, algo muy íntimo, especial, para pocos; las circunstancias de comenzar desde cero (como solista) hacen que busquemos cosas distintas a lo de siempre.

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Música y nada más

No es rock, no es soul, no es jazz. A Clemente Castillo las etiquetas no le latan cuando se trata de ponerle una etiqueta a sus proyectos. “No quiero que suene pretencioso, pero tengo la ilusión de que exista la clasificación ‘este disco es de música’, y que exista la libertad, por parte de quién lo compra, de definir a qué suena, sin estar atado a un encasillamiento”. 
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