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Cine del Bosque

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Persistente, aunque habrá quien lo calificara necio; prudente o lo contrario, imprudente; tenaz en lugar de voluble; paciente o conformista; consistente, también calificado de duro; seguro de sus objetivos propios bien definidos. Es la sensación que proyecta fuera y sobre la pantalla, la personalidad de Francisco Cárdenas.

Hijo de un hombre singular como lo fue Evaristo Cárdenas, también presidente del Club Deportivo Guadalajara, al que acompañó y disfrutó sus tiempos de gloria deportiva por y para el deporte: Su digno hijo es Francisco Cárdenas.

Con esas credenciales y más de 30 años perseverando en la tarea de cultivar el gusto por el cine diferente, exhibiendo películas menos comerciales, producidas en otras latitudes del planeta; donde combina y no rechaza, pero sí se califica el cine norteamericano desde otra perspectiva. Quizá por no ser culturalmente tan cercano aunque sí por la geografía.
Vale el reconocimiento para Francisco Cárdenas porque no ha sido fácil, ni lo es y quizá menos lo será mantener la corriente de espectadores en la taquilla dándoles la expectativa de una cinta nada popular y eventualmente aburrida ante los ojos de cinéfilos adictos a la violencia y hasta la procacidad.

Pues Cárdenas apostó y creó una clientela asidua y fiel a valores de la cinematografía y poco efectista, pero más humana. En treinta y pico de años los jóvenes impetuosos de los años setenta ya son adultos, “con juventud acumulada”, que adquirieron la costumbre de frecuentar las entonces “salas de arte”, de poca y selecta concurrencia como el Cine del Bosque.

Por el valor que representa el esfuerzo desplegado durante más de tres décadas, el estímulo de unas palabras son poco pero no inútil porque su huella empresarial es ejemplo para los jóvenes emprendedores.  

Dios nos guarde de la discordia.

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