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Cecilia Bastida, Una roquera entre dos fronteras

La historia de esta cantante en el mundo del sonido todavía se encuentra en sus primeros episodios

GUADALAJARA, JALISCO (24/ENE/2013).- Su nombre es Cecilia Bastida. Su pasaporte indica que es mexicana. Su pensamiento creativo se divide en dos idiomas, español e inglés. La música la ha llevado a cientos de ciudades. Sus palabras se han anidado en miles de escuchas. Sus sueños la impulsan a miles de kilómetros.

Con la música desde que nació, compositora probada desde la adolescencia, cantante reconocida desde los años noventa y libre de las cadenas de cualquier disquera en todo lo que va de este siglo. Cecilia nació Tijuana, Baja California, la joya bicultural de nuestro país, una urbe por la que transitan millones de hombres, mujeres y personas cada año, y en la que la cantante ha encontrado una y otra vez las fuentes de inspiración necesarias para seguir creando.

A los 15 años, Cecilia era una joven muy distinta a las demás. Mientras otra chicas de su generación pensaban en el vals que habrían de bailar y en la selección de sus chambelanes, ella se estaba sumando a las filas de la banda Tijuana No! Eran los primeros años de la década de los noventa, y el movimiento de Rock en tu idioma tomaba fuera.

Tijuana No! caracterizados por su discurso aguerrido y el uso de dos vocalistas, se convirtió de inmediato en una singularidad en el panorama sonoro nacional. Pocos grupos se animaban a denunciar los problemas del país con tanto tino como los fronterizos, y eran aún menos los que apelaban a voces femeninas para hacerlo. Ceci Bastida era la cantante principal, mientras que los coros los hacía Julieta Venegas.

Más de una década con Tijuana No! le dieron a Bastida, que charla con este diario vía telefónica, la experiencia necesaria para volar con sus propias alas. Los últimos 10 años los ha dedicado a crear su propia música, sin renunciar a las colaboraciones con otros artistas. A veces sola sobre el escenario. A veces con una banda anglosajona. A veces con un grupo mexicano. La historia de Cecilia Bastida en el mundo del sonido todavía se encuentra en sus primeros episodios.

-La última vez que estuviste en Guadalajara fue en el marco de la Feria Internacional de la Música, en 2011. En ese entonces estabas promoviendo el disco “Viva la marea” (lanzado en 2010), ¿Qué has estado haciendo desde entonces?
-Ahora me he estado enfocando más que nada en grabar y terminar de componer. Durante 2012 estuve componiendo bastante, y este año quiero terminar un disco.

-¿Estás en el estudio?
-Quiero tomar el proceso de una forma distinta, no encerrarme en el estudio tres o cuatro semanas, sino realizar un proceso mucho más pausado, algo un poco más meditado.

-Te fue muy bien con “Viva la marea” (fue nominada al Grammy Latino en 2010), ¿Vas a seguir con el mismo sonido, o tratarás de modificar la formula?
-Creo que me interesa la congruencia en cuanto a la temática. No creo que sea muy diferente con respecto al disco anterior, pero no quiero que se entienda como que será igual. Definitivamente son productos de momentos distintos, aunque claro, no me voy a salir de mi tono, del estilo que yo manejo.

-Lo Blondo, vocalista de Hello Seahorse!, dijo que la presencia de las mujeres en el rock había aumentado, aunque seguía siendo poca. Cuando tú estuviste en Tijuana No!, había aún menos, ¿te sorprende que el rock siga tan cerrado a las mujeres?
-Cierto, hay más hombres, pero siento que es una situación que ha cambiado muchísimo, radicalmente desde que comenzamos (con Tijuana No!). La gente ahora es más abierta a aceptar los conceptos.

Este es un fenómeno que tiene mucho que ver con la facilidad a la que ahora se accede a la música, en especial gracias a internet. Los procesos para grabar se simplificaron y eso hizo que todos, incluidas las mujeres, pudieran crear música de forma menos complicada.

Otra diferencia es que antes nada más te enterabas de las mujeres que cantaban en grupos que estaban firmados por disqueras, entonces la gente nos ubicaba porque teníamos ese apoyo. Pero había otras, muchas, que no tenían la posibilidad de destacar porque no tenían los reflectores de los medios sobre ellas”.

-Hablando de disqueras, a ti te tocó todavía una época donde las compañías podían decidir, o impedir, la dirección que tenía que tomar una banda, ¿Te satisface ver cómo fueron perdiendo influencia?
-Afortunadamente, ya no son necesarias (las disqueras) para hacer muchas cosas. Y sí, los contratos que firmamos en aquel entonces, créanme, eran muy malos. Pero los contratos que se ofrecen ahora por parte de las disqueras a los grupos alternativos son incluso peores.

-¿Por qué?
-Ahora se hace el llamado ‘360’, donde firman con los artistas por todo. No se conforman con la venta de discos, sino que las empresas quieren un porcentaje de la venta de mercancía, de venta de boletos, etcétera. Creo que es una manera de trabajar aun peor.

Aclaro, todo esto en el caso de las disqueras grandes. También hay sellos independientes que están haciendo cosas muy buenas, además de que en internet ya es posible construir una carrera, estar presentes, o que al menos la gente conozca las propuestas”.

-Tijuana No! manejaba en su momento un discurso muy “duro” en sus temas, ¿sientes que este espíritu combativo se ha ido diluyendo en la actual generación de roqueros mexicanos?
-Creo que no todo tiene que ser denuncia (hace un silencio). Cuando estaba más joven, me parecía que era necesario que la gente hablara de los problemas que existen en nuestro país y fuera de él. Pero conforme una va madurando, se da cuenta que hay espacio para todo.

Así como hay canciones de amor, que son increíbles, que me encantaría poder escribir, también hay canciones de denuncia que son extraordinarias. Unas no están en contra de las otras. Hay espacio para todos, me gusta que haya variedad. Lo único verdaderamente importante es que las canciones sean capaces de aportar algo, de generar algún tipo de cambio en quienes las escuchan.

-¿A ti te limitó alguna vez el hecho de ser considerada una artista de protesta?
-Hasta ahorita he abordado los temas que he querido, y no me he sentido limitada en ningún momento por nadie ni por nada. Creo que hago lo que me nace y lo disfruto. Además, tengo el gusto de participar con otras personas en proyectos musicales, y así abordar géneros todavía más distintos”.

-¿Cómo cuáles?
-Por ejemplo, ahorita estoy trabajando con un grupo neoyorquino que tiene un estilo muy, muy diferente al mío (The Sway Machinery, etiquetados como world, jazz, rock y blues). Creo que las reglas no existen, a menos de que se las ponga uno mismo”.

-Tienes dos décadas sobre los escenarios, tiempo en el que han aparecido y desaparecido muchos conceptos sonoros, ¿Qué tienes tú, que le faltó a los demás, para desarrollar una carrera tan longeva?
-(Risas) No tengo la menor idea. Constantemente me estoy moviendo, buscando retos, cosas que seguir tocando, pero no sé, en realidad no podría decir que es lo que me ha mantenido n específico, han sido la suma de varios hechos, de mucho esfuerzo. También he corrido con mucha suerte, porque he tenido la fortuna de tocar con gente muy talentosa”.

Algunos intérpretes terminan cansándose de sus canciones, sienten que no “envejecieron bien”, y deciden dejar de tocarlas, ¿te ha pasado a ti con alguna?
-No, creo que no. Cuando volteo hacia atrás, veo lo que he hecho y en lo que he trabajado, me siento muy, muy orgullosa. Son temas que reflejaban momentos.

El año pasado hice un show con Tijuana No! y me di cuenta que muchas de las canciones eran muy como muy de su época, y que ahora cantarlas se siente extraño, como fuera de moda, digo, teníamos una canción exigiendo la liberación de Nelson Mandela (risas). Para esa época era correcta, se sentía bien, y cuando las escucho ahora, ¿qué más queda? Las recuerdo con cariño, no me siento avergonzada ni nada, aunque me siento satisfecha con el resultado. Todo lo que hice antes me trajo a donde me encuentro ahora.

EL INFORMADOR / FRANCISCO GONZÁLEZ
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