Entretenimiento
Cassandra Ciangherotti: un asunto femenino
La actriz reconoce en el trabajo de las mujeres un poder para transformar a los hombres de una nueva generación
Cassandra cree en el cambio de consciencia del que hablaban los mayas, dice. Habla también de darse cuenta del país en el que vive. ¿En qué país vive Cassandra? “En México, pero hay muchos Méxicos, después de estas elecciones me di cuenta de que lo principal está en uno”.
La actriz parafrasea pues a Paco Ignacio Taibo II “los movimientos juveniles han llegado a darle la vuelta al mundo, en un momento fueron punks, luego gays, siempre han llegado a sacudir. Lo más valiente del 132 tendría que ser la apertura que está naciendo hacia los medios de comunicación y su exigencia de la libertad de expresión”.
—Para este asunto de la libertad de expresión ¿qué tanto poder tiene el teatro y la televisión?
—Hace poquito fui al ver Roma al final de la vía en el Centro Cultural Helénico, es la vida de dos mujeres que se presentan desde los cinco años y las vemos hasta que llegan a la senectud. Pero la imagen es que ellas quieren subir al tren y se les va el tren. Cuando salí pensé que era de esos espectáculos que sanan a la gente. Para muchos sanar es meditar o alimentarse bien o el ejercicio o las drogas.
Para mí el teatro es una opción sana, colectiva y lo hace sumamente valioso. El teatro tiene siempre todas las connotaciones de las cosas en las que estamos involucrados. En el caso del cabaret, pues me parece que hay que tener mucho valor para ser lo que tú eres delante de la gente, yo sigo siendo una actriz refugiada detrás de los personajes.
—¿Cuáles son tus historias inolvidables?
—Todos los personajes llegan a moverte algo. Cuando me gradué interpreté a Doña Inés, de Zorrilla, y recuerdo este monólogo hermoso al respecto de Don Juan: “Ámame porque te adoro...” Yo estaba integrada por el teatro y todo lo que había aprendido... amén de que estaba muy enamorada.
—¿Quiénes son para ti, las mejores actrices de este país?
—Híjole, en general creo que las actrices mexicanas son mejores que los hombres. Son más sensibles, emotivas. Desde chiquita me acuerdo de Cecilia Suárez en el escenario. Karina Gidi en Incendios, es que te enamoras de Nawal Marwan. Mi mamá Adriana Parra, Ana Ofelia Murguía, Margarita Sanz.
—¿Por qué actriz?
—Yo no soy de esas personas que sólo hubieran sido actrices, si no se morían. Me gusta escribir, me gusta la filosofía, me gustan los documentales donde ves leones, me gusta la docencia actoral, también me gustaría no sólo dedicarme a estar en el escenario, si no poderme ir a pueblitos, comunidades, viajar por todo el mundo jugando con la gente a través del teatro.
Hay una parte de mí que es actriz y otra muy histriónica. Necesito expresar lo que siento con las palabras, con el cuerpo, con la voz. Pero hay otra parte que necesita estar consciente de que no soy actriz, que soy hermana, hija, todo eso también.
Las dos cosas son particularmente valiosas, en el teatro todo depende de ti. El cine es mucho más ipso facto, te puede llevar a una emotividad en dos segundos. Si ves la película de Incendios la gente dice que es muy fuerte pero cuando la gente te habla del teatro te dice que es poesía.
—¿Crees que hay una personalidad del teatro y el cine mexicano?
—El teatro en este país lo que necesita es visión y que se rescaten los espacios culturales y que se empiecen a abrir más restaurancitos para ver las obras, que la gente se tome un café y vea una obra de cabaret. En el cine tenemos dos productores muy famosos, cuatro directores importantes, tres actrices que son únicas. Todo es chiquito, exactamente como de carcajada. Y luego todos los directores quien trabajar con la nueva actriz descubierta, y el ciclo de las actrices descubiertas dura como siete años. Pero también hay proyectos más sencillos con directores sin tanto presupuesto.
—¿Cómo quién?
—Mariana Chenillo en 5 días sin Nora. Fernando Eimbcke tiene propuestas muy interesantes, un poco alternativas. No todos los días podemos filmar Arráncame la vida.
—El patio de tu casa es México, ¿cómo está ese patio?
—Sucio. Triste. Manchado de sangre, de impunidad, de poder. A mi patio le falta una coalición, una unión colectiva femenina. Hay muchas mujeres que no saben que ellas mismas educan a los hombres a ser como son. Juntas podemos hacer cosas hermosas.
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