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Cariño transparente para Carlos Fuentes

Sergio Ramírez, Monsiváis, García Márquez y Steven Boldy acompañaron al autor para festejar su 80 aniversario

GUADALAJARA, JALISCO.- Fue la hora en la que todos eran expertos en literatura. Tanto, que se paraban de puntitas, ponían cara de desmayo de tanto grito y aplauso y permanecieron embutidos más de dos horas en el Auditorio Juan Rulfo. Como buenos conocedores, buscaban escuchar, ver y sentir “de cerquita” a Carlos Fuentes. Suertudos los más de mil asistentes que embarraron ayer sus pieles con tal de ver al homenajeado por su 80 aniversario -quien previamente presentó la reedición de su libro La región más transparente-, pues en el acto del sábado en el que también se le rindió tributo estuvo ausente (dicen que no quiso estar con António Lobo Antunes, quien tiene poco entendimiento con Saramago, muy amigo de Gabriel García Márquez y su grupo).

Los amigos que acompañaron a Fuentes este domingo fueron Carlos Monsiváis, Sergio Ramírez, Gabriel García Marquez y Steven Boldy, quienes dijeron de su compañero del alma que es “un auténtico escritor, porque es un amigo que jamás traiciona”, además de “un educador, aunque perturbe las conciencias” y un hombre colocado en “la zona sagrada de la literatura, que no solo es mundial, es universal”.

García Márquez, sin embargo, fue el único que no pronunció palabra y Fuentes, a quien se le corrían los ríos de emoción, tomó el micrófono. “La amistad es un amor sin alas –dijo-, aunque a veces el amor sí tiene alas”. Recordó que al autor de Cien años de soledad lo conoció a través del pintor Fernando Botero, quien le presentó a Álvaro Mutis y éste a su vez a García Márquez, en la calle Córdoba número 48. “Nuestra amistad es perdurable”, expresó el homenajeado.

En el caso de Monsiváis, los primeros encuentros fueron en la Facultad de Derecho. Con él tiene una complicidad cinéfila. También le prestaba libros y los regresaba con papel blanco “finísimo, ideal para forrar los libros de mi biblioteca”.

Contó que luego, en París, visitaron a Pablo Neruda. “Nos recibió en cama. Parecía una ballena anclada. Y entonces le comenzó a hacer preguntas a Monsiváis. La última fue: ‘¿Por qué no escribe sus memorias?’. La respuesta: ‘Si puedo escribir los versos más tristes…”, a lo que el público reaccionó con grandes carcajadas.

RECUADRO

La última novela de la Ciudad de México

“Ahí nomás en el papel quedó la palabra ‘chicho’, aunque sí sobrevivió ‘gacho’. Y ni quién se acuerde de cómo hacer ‘cusicuz’, que era nomás darse un beso de trompa. ¿Qué tal los ‘fotingos’, los peseros de a peso en el Paseo de la Reforma o el tostón para comprar los dulces domingueros, que de plano ésos se los llevó Cantinflas?

Carlos Fuentes recordó estos términos presentes en su obra La región más transparente, reeditada por las Academias de la Lengua a 50 años de su creación y presentada antes del homenaje por el 80 aniversario de escritor, para reflexionar que “la lengua requiere un filtro; tenemos que estar atentos a la metamorfosis de la palabra, entre la vigencia y lo que merece ser recordado. Es una tarea difícil de la Academia, porque se tiene que buscar un equilibrio entre lo permanente y lo fugitivo”.

En el acto estuvieron presentes integrantes de las Academias de la Lengua y el poeta José Emilio Pacheco.
Carlos Fuentes concluyó que, aunque la novela de la ciudad no es novedad, su obra sí fue la última de la Ciudad de México, porque este espacio ha desaparecido como lo fue en 1958. “Aunque José Emilio Pacheco la recuerda con nostalgia y Monsiváis con la memoria”, añadió.
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