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Barenboim rinde culto a Strauss y Haydn

El director de orquesta, que también posee nacionalidad española, es un reconocido activista por la paz entre árabes e israelíes

VIENA, AUSTRIA.- El maestro argentino-israelí Daniel Barenboim debutó ayer en el emblemático Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, celebrado como cada primero de enero en el Musikverein de la capital austriaca. Entre numerosos juegos de complicidad con el público, Barenboim encontró un momento de solemnidad para recordar el conflicto palestino-israelí al incluir entre sus deseos para 2009 el de "justicia en Oriente Próximo".
El director de orquesta, que también posee nacionalidad española, es un reconocido activista por la paz entre árabes e israelíes. Junto con el escritor de origen palestino Edward Said (ya fallecido) fundó en 1999 la orquesta Diván Este-Oeste. El proyecto, auspiciado actualmente por la Fundación Barenboim-Said, reúne cada año a jóvenes músicos israelíes y árabes y valió a sus dos mentores el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002.

En lo musical, el tradicional Concierto de Año Nuevo rindió culto, una vez más, a la música de la dinastía de los Strauss. Los tradicionales valses y polcas del "rey del vals", Johann Strauss, de su padre y de su hermano Josef, se combinaron con las oberturas de las operetas Una noche en Venecia y El Barón Gitano, también de Johann Strauss, y el Vals español, de Josef Hellmesberger. No faltó, en otro guiño al compromiso del director por la paz entre árabes e israelíes, el vals Cuentos de Oriente, de Strauss hijo.

Debut de Haydn

Por primera vez, el programa incluyó una obra de Haydn (1732-1809), uno de los mayores exponentes del clasicismo, y abrió así el año de conmemoración del segundo centenario de su muerte en Viena. El cuarto movimiento de La sinfonía de los Adioses, una de las muchas composiciones en las que Haydn dejó muestras de su sentido innovador y humorístico, concluyó con la misma dramaturgia de su estreno mundial y los músicos abandonaron, uno a uno, el escenario hasta dejar al director al frente de solo dos intérpretes.

"La Filarmónica de Viena y yo les deseamos feliz año nuevo", dijo Barenboim, en alemán, entre sus mensajes al público. Posteriormente interpretó, como es tradición, El Danubio Azul de Johann Strauss.

Y como cierre no podía faltar la Marcha Radetzky, acompañada, como siempre, por las rítmicas palmadas del público. El director, como es también ya tradicional, se aplicó más en dirigir éstas que a la propia orquesta.
En la larga serie de conciertos de año nuevo de la Filarmónica de Viena, el de 2009 quedará marcado en la memoria como uno de los más singulares. Los mil 750 espectadores en la Sala Dorada del Musikverein agradecieron con aplausos eufóricos el debut de Daniel Barenboim en la dirección de la prestigiosa orquesta.

El director de orquesta argentino-israelí ya había anunciado que se percibiría de forma muy especial la "estructura dramatúrgica" del repertorio, que impregnó de profunda seriedad, para luego levantar los ánimos con fuertes toques de humor.

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