Entretenimiento
Arthur Phillip: entre convictos y el Día de Australia
VIAJEROS EN LA HISTORIA por Cristóbal Durán
Nuestro explorador de hoy, como un experto en los mares, tuvo una tarea muy peculiar, tan difícil como crucial: gracias a ella, ahora el mundo lo recuerda. El marino y explorador inglés, Arthur Phillip (1738-1814), era de ascendencia alemana; su padre era un profesor de idiomas en Frankfurt, y su madre era inglesa. Aun cuando su carrera en la Royal Navy no fue muy brillante, y tras haber fracasado en su matrimonio, nunca renunció a los viajes marítimos pese haberlo intentado cuando se retiró a vivir a su granja de Lyndhurst, New Forest. Era un hombre que no podía vivir lejos de los barcos. En la década de 1770 trabajó para la marina portuguesa y trasladó cuatrocientos convictos desde Portugal a Brasil, y lo que le dio gran reconocimiento fue que no tuvo ni una sola baja entre los reos, lo cual era una importante hazaña para aquella época en que la higiene y la medicina en los barcos no eran de las más desarrolladas.
Fue asignado por el gobierno inglés para transportar a varios cientos de condenados varones a Australia y establecer allá una colonia penal; viajaban además otros doscientos marinos y tripulación en general. Las naves Scarborough, Friendship y Alexander, y otras ocho menores, fueron preparadas para tal fin aunque no eran de las mejores embarcaciones de la época. Los convictos fueron trasladados a los barcos varios meses antes de partir, acción que inquietó a Phillip. Al poco tiempo se desató un terrible brote de tifus y once prisioneros a bordo del Alexander murieron. Sacaron a todos los presos y limpiaron las naves con creosota y cal viva ,además de que el capitán exigió que a los convictos se les sirviera comida de calidad. Al final de cuentas fue una oportunidad para probar el comportamiento de tanta gente a bordo (la mayoría delictiva) y de los riesgos que desde siempre se habían tenido en la exploración marina, especialmente con la malaria y otros brotes endémicos.
Finalmente partieron de de Inglaterra con todo preparado y llegaron a Río en agosto de 1787. En este lugar se dedicaron durante un mes a hacerse de provisiones para continuar luego a Ciudad del Cabo. Las tormentas fueron siempre un serio problema para el viaje; en enero del año siguiente llegaron a la bahía de Botany, en Austraklia, la cual consideraron no muy apropiada para la colonia penal que se pretendía fundar. De las casi mil personas que viajaban en las once naves, habían muerto cuarenta y ocho durante el trayecto.
El capitán Phillip ordenó a su lugarteniente, Gidley King, viajar a la isla Norfolk y llevar un grupo de quince convictos y siete hombres libres para tomar control de aquella isla, a la que llegaron en marzo. Por su parte, el capitán viajó más hacia el norte de Botany y encontró un lugar que para él sería el “mejor puerto del mundo”: tenía un calado profundo y podían “mil veleros navegar con la más absoluta seguridad”; abundante agua dulce, árboles de eucalipto. Era el lugar ideal y lo bautizó con el nombre del lord Sydney, del Almirantazgo: Ensenada de Sydney.
Fue Phillip el fundador de aquella cárcel que después se convirtió en una de las ciudades más hermosas del mundo y que hoy lleva el mismo nombre; fue su primer gobernante desde el momento de su fundación: 26 de junio de 1788, día que se convirtió en fiesta nacional denominado Día de Australia.
Cristóbal Durán
ollin5@hotmail.com
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