Entretenimiento
Apreciación del Arte
Por: Francisco Rojas Cárdenas
Hace cuatro años fui de visita a Zacatecas y en una capilla enorme, de esas patrimoniales que abundan allá, encontré una exposición de escultura que jamás olvidé. No conocía al artista, pero quedé conmovido con la expresividad de sus cuerpos y con la manera en que el volumen ocupaba aquel espacio que en otras circunstancias parecería difícil de llenar. Desde entonces sentí cierta envidia de que aquella muestra no hubiera llegado a mi ciudad y de que en ese tiempo no hubiera al menos una visita programada. Por eso, saber que Javier Marín vendría al Museo de Arte de Zapopan (MAZ), me emocionó.
Conmoción
Como a cualquier lector-espectador le puede suceder en un museo o galería, ingresé hace años a esa muestra sin tener idea de quién era el expositor y mucho menos de su trayectoria. Sin embargo, me di la oportunidad de dejarme llevar por la inmensidad de las piezas, por las expresiones de los rostros y cuerpos, por aquel cuidado por mostrar figuras comunes (imperfectas según los cánones de belleza), pero con movimientos constantes. Definitivamente, disfrutar de aquel trabajo en silencio, con el tiempo necesario, me dejó conmovido y con una experiencia inolvidable. Sí, el lector puede suponer que exagero, pero como he señalado antes, el gusto personal y lo que nos comunica un artista, puede hacer que la obra sea inolvidable. Entonces, el nombre es lo de menos.
Reencuentro
La presencia de Javier Marín reafirma el sitio que tiene el MAZ para quienes gustamos del arte. Se trata de un artista que se ha mostrado en varios países con comentarios favorables y ganado reconocimientos como el de la Tercera Bienal Internacional de Arte de Beijing en 2008. Es decir, su prestigio no está en duda, pero yo insisto en que eso no hace que valga la pena conocer lo que hace. La experiencia debe vivirse y el lector-espectador debe dejarse llevar por las emociones que puede encontrar en una, dos o un conjunto de piezas que no tienen pretensiones políticas y que en su simplicidad, en su origen clásico con dobleces, hendiduras, cortes y tejidos contemporáneos está el mensaje interior.
Invitación
Esta exposición itinerante que lleva más de cuatro años recorriendo diferentes ciudades, llega a Zapopan con elementos que no había visto: fotografía, dibujo, escultura de gran formato y monumental, con cuerpos completos o fragmentados y un catálogo que debería acompañar a cada muestra que valga la pena. La invitación es para poder compartir la obra (que cuenta con una museografía que vale la pena leer) de uno de los artistas mexicanos más importantes en esta época y para, sobre todo, compartir con el lector-espectador de esta columna la emoción que sentí en este reencuentro. Quien visite el MAZ no debe dejar de anotarse para la rifa de los catálogos y la charla con el artista al final de la exposición.
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